Tres días después de la goleada al Betis volvimos a ver la versión del BetisLevante UD, aunque pese al buen sabor de boca final, lo cierto es que hasta el gol de Messi, sobre todo en la primera parte. Lo que se ganó en equilibrio con un mediocentro defensivo como Vukcevic se perdió en profundidad y no es casualidad que los mejores minutos llegasen con los centrocampistas habituales sobre el campo. Dejando a un lado lo inaudito de que el Barça se atenazara, el Levante volvió a ser tras el gol un equipo reconocible y descarado que presionó con fe y le jugó de tu a tu a un campeón contra las cuerdas.

Tiros cada 2,5 minutos

Los datos del primer tiempo son reveladores. El Barça remató 17 veces a portería y eso, aun con una posesión del 75 por ciento, es una barbaridad que equivale a un disparo cada dos minutos y medio. Con Morales y luego con Bardhi el panorama fue otro pese a estar Messi en el campo. El Comandante le dio al equipo finalización y profundidad y no hay duda de que animó el partido con su oportunidad y la pared a la que llegó muy justo Borja Mayoral. El propio Valverde reconoció que el Levante presionó con más convencimiento a raíz del gol.

En su mejor versión

Aunque el Barça tuvo alguna contra, el partido se equilibró muchísimo en la última media hora y la sensación con la que nos quedamos fue que el Levante mereció un empate que por el cómputo global no habría sido un resultado justo pero que sí habría premiado su esfuerzo. Para llegar al tramo definitivo con opciones, eso sí, fue fundamental el acierto bajo palos de Aitor, al que en el gol posiblemente le tapan ángulo de visión y por eso no llega a tiempo. En cualquier equipo el mediocentro hace mucho porque es el que empuja a los demás y lo cierto es que el centro del campo, cuando entró Bardhi, ejerció una presión asfixiante. La falta con la que Busquets se ganó la amarilla o la entrada por detrás de Vidal fueron señal de que el Barça estaba preocupadísimo. La versión buena del Levante jamás de los jamases puede bajar.