Con qué cara te vas a Huesca a jugar una Liga en la que no encuentras tu sitio desde que empezó, tras la dura derrota en Londres tres días antes, y con la vuelta pendiente en cuatro días? Difícil cuestión, que en los tiempos pre-pay per view, y con una cámara general, se contestaría por sí sola. El equipo podría salir pensando en las musarañas, y llevarse una 'sorprendente' derrota para las quinielas, de difícil análisis en tres minutos de Estudio Estadio. Hoy, con el control minucioso al que los futbolistas están sometidos, con mil cámaras alrededor y las imágenes retransmitidas una y mil veces en directo y diferido, se sale siempre a ganar, porque el mundo te está observando. El Huesca no tiene nada que perder, le queda la honra. Y, aun así, no son fáciles de jugar esos partidos. ¿Cuál es la zanahoria?

Sevilla

Si acaso, la derrota del Sevilla contra el Leganés. Los de Caparrós se han empeñado en dar emoción a una plaza Champions que, por calidad y confección de plantilla, podría haber sido suya por decreto-ley, a poco que hubiera apretado las clavijas en momentos puntuales. Pero no ha sido así, quedó en evidencia en el Pizjuán y le dio la Feria de Abril a la mitad de la ciudad. Los de Caparrós (y sobre todo ex de Machín) se baten con el Valencia en el título de mediocridad de resultados. Porque lo del Valencia deja mucho que desear. Nada menos que 26 puntos ha dejado volar en Liga en casa, con 10 empates y 2 derrotas, y tan sólo 7 victorias. Las derrotas en casa contra Girona y Eibar son imperdonables, porque definen el año.

Huesca

Contra el Huesca, es un partido histórico (nunca hemos jugado allí) y debemos ganar. Quedan tres partidos de Liga. Será un temporadón, o un año de ilusiones efímeras. Las palabras de Parejo en redes sociales jaleando y dejando claro que van a luchar como espartanos me ponen las pilas. Ya ocurrió una vez en esta temporada que el equipo fue el que mantuvo la ilusión y la lucha, cuando los aficionados habíamos tirado la toalla de la esperanza. Fue la excepción a la norma, porque generalmente el profesional sabe ver los ceros y unos, como en Matrix, y el aficionado se ilusiona con el aleteo de una mariposa. Pero si este año nos sorprendieron y nos dieron una lección de no rendirse hasta el final, ¿quién puede poner palos a la rueda, ahora que el capitán vuelve a jalear a sus huestes?

Londres

Como Leónidas, Parejo ha lanzado un ajú, ajú. En teoría es au, au, pero en valenciano au quedaría más aguafiestas. Es lo que diremos cuando ya hayamos perdido toda posibilidad, es el bona nit a cualquier hora del día. La afición aún estábamos en shock, intentando entender, tras el varapalo del Emirates. Analicemos el asunto de la táctica de Marcelino. Bien es sabido que en estas líneas hemos criticado su rigidez a la hora de plantear cambios, incluso de hacerlos, y hemos destacado su repetición de patrones por encima de la lógica o de la capacidad de improvisar soluciones. Por ello, precisamente, y sin que sirva de precedente, voy a romper una lanza a favor de su planteamiento, en contra de la corriente mayoritaria. Sí, le dio un ataque de entrenador. ¿Y?

Táctica

El partido contra el Arsenal se empezó a perder en el del Villarreal, con la eliminatoria clara y Coquelin aun en el campo hasta que le sacaron la amarilla que le conllevó la acumulación. Ese es el error más destacable. Entiendo las críticas, pero, ¿qué otra cosa habría podido hacer? Sin Kondogbia, unir a Parejo y Soler no parece lo más brillante, en campo inglés, porque se nos habrían comido con patatas, por una cuestión de físico. La dupla Parejo-Wass ya vimos que no funcionó en La Cerámica, contra el Villarreal. Había que inventar algo. A partir de ahí, el entrenador intentó sorprender a Emery con una alineación inédita. ¡Y lo consiguió! Sorprendió al mundo entero. El problema es que luego el Arsenal nos sorprendió a nosotros. Los primeros veinte minutos el partido estaba muy bien encarrilado. Las cosas funcionaban. Pero los ingleses tienen dos centellas.

Mestalla

Al final, los de Emery se sostienen porque tienen dos balas arriba que les resuelven las carencias defensivas. Aubameyang, desde los tiempos del Saint-Éttiene y luego en el Dortmund con Klopp, ya destacaba por sus carreras desquiciadas buscando los espacios y rompiendo las líneas. Y Lacazette desde el Olympique de Lyon hace diabluras. Si perdimos, en fin, fue por errores individuales. Por ejemplo, en el tercer gol, Gayà continúa su serie de catastróficas desdichas recientes. ¿Y Neto? A veces me deja con la duda de saber si habría podido hacer más. En este caso, en los tres goles. Pero ambos son capaces de grandes cosas. Para conseguir la remontada (otra más) el equipo tiene que ser un bloque sin fisuras. Y Mestalla, el fortín que hasta ahora no ha sido. El reto es para todos, los del césped y los de la grada. ¡Ajú, ajú!

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