Para poner en su sitio a los que sacan pecho por haber llegado a semifinales de la Europa League, solo hay que recordar que para ello el Valencia eliminó a Krasnodar, tercero ahora mismo de la liga rusa, y Villarreal, que lucha por no descender en España. Ahí termina el heroico recorrido. En la Copa del Rey pasa otro tanto, pero ahí volveremos otro día. El primer rival de cierta enjundia, aunque entrenado por Emery, que se atravesó en el camino borró del mapa cualquier ilusión del valencianismo.La broma Liverpool

Intentaba ayer este periódico, siempre incólume al desaliento, buscar paralelismos entre Anfield y Mestalla. Y sin duda los hay entre dos aficiones temidas por cualquiera que llega a dos plazas históricas. El problema es que toda comparación futbolística entre ese Liverpool y este Valencia entra en el terreno de la tomadura de pelo al aficionado. Básicamente porque mientras el Liverpool, como el Barcelona, Ajax o Tottenham, son equipos que juegan para ganar, que llevan toda la temporada saltando al campo con la portería contraria entre ceja y ceja, este Valencia que hoy sufrimos lo hace con el objetivo fundamental de no encajar gol. Y así, cuando llega el día en el que se supone que lo que tienes que hacer es marcar dos, o tres como le pasaba al Liverpool, no es lo mismo hacerlo desde el prisma de lo habitual que pidiéndole a los tuyos que hagan lo que ya ni recuerdan haber hecho nunca. En un escenario antinatural, con la defensa adelantada intentando empujar la remontada, este Valencia ultradefensivo y cicatero por naturaleza murió apuñalado una y otra vez porque no sabe jugar más que a esperar atrás y buscar el contraataque. La flauta del día del Getafe sonó una vez y no más.

Londres fue una losa

La eliminatoria quedó sentenciada en Londres. Con el sistema de juego de Marcelino, que a muchos sigue gustando, era allí donde el Valencia podía -y debería- haber sacado provecho. El delirante planteamiento que puso en liza el asturiano, deslumbrado quizás por el nombre de un rival que, sin embargo, sufre mucho en defensa, dinamitó las opciones del equipo, que en Mestalla tuvo que jugar a lo que no sabe. Lo hizo, eso sí, poniendo en liza un once irreprochable. Jugaron los mejores, algo nada habitual esta temporada, y salieron al campo como si no existiera el mañana. Durante un cuarto de hora destrozaron incluso al Arsenal, pusieron Mestalla on fire, y llegaron a hacer pensar en otra noche de esas históricas. Las costuras se rompieron no obstante allí donde más fuertes han sido todo el año: el centro de la defensa. Obligados a salir a campo abierto, lejos del cálido cobijo de lo que los ingleses llaman la D (el semicírculo de la frontal del área), Paulista y PaulistaGaray Un error perdonable en quienes han sustentado las escasas aspiraciones que aún le quedan al equipo en esta aciaga primavera pero que muestra también sus limitaciones.

Se pinchó la burbuja

Ese gol hizo volver las aguas a su cauce, permitió al rival serenar los ánimos y comenzar a tocar la pelota. La tripleta Guedes-Rodrigo-Gameiro siguió generando cierto peligro, GuedesRodrigoGameiroParejo. Y entonces se vio a ese equipo concebido por su entrenador para no perder. Todo el mundo intentó dar ese paso adelante que le hemos reclamado hasta la saciedad. Pero si estás acostumbrado a llevar un ciclomotor y te dan una moto GP, lo normal es que te estrelles. La supuesta fiabilidad defensiva de Marcelino se basa en que todo el mundo esté en campo propio para cerrar espacios. Pueden hacerlo así durante buena parte de cualquier encuentro, incluso en casa contra el Eibar. Anoche tuvieron que salir a buscar al Arsenal y se encontraron con sus delanteros. Tipos de primer nivel como Lacazette o Aubameyang, que se dieron un banquete. Una nueva, la enésima, metedura de pata de GayàEl lateral, todavía a fecha de hoy defendido de forma casi unánime por una prensa ciega y desorientada, puso así un macabro colofón a una temporada aciaga en la que sale retratado en casi todos los partidos importantes. Si es cierto que lo quiere SimeonePerdió el catenaccio

Poco que reprochar al esfuerzo de los futbolistas. Dijeron que lo darían todo y así fue. Es una eliminatoria que deja retratado a Marcelino, al que se le están acabando las excusas. El Arsenal es un equipo aceptable, con dos buenos delanteros, pero con carencias suficientes como para que un Valencia bien organizado hubiera, cuanto menos, vendido cara su piel. En la práctica, la diferencia en la eliminatoria ha sido la que refleja el marcador final. Ha perdido el catenaccio y ha ganado Emery, lo cual da más rabia. Pero eso es lo que hay y todo apunta a que así seguiremos por bastante tiempo.

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