Lo dijo Di Stefano: «Las finales se ganan, no se juegan». Ese señor sabía mucho, y en Valencia le tenemos un respeto reverencial por razones obvias, a pesar de su corazón merengue. Es una verdad como un templo, porque da igual cómo juegues. La gloria la alcanza el que alza la copa. Tampoco es cierto que no se acuerde nadie del perdedor. Al Valencia CF se le saca con demasiada frecuencia como ejemplo de empanada por aquella maldita final contra el Madrid, en la que estábamos acoquinados mientras nos pasaban por encima. Al Tottenham le pasó casi igual contra el Liverpool el pasado sábado. Aunque sólo duró una parte, al equipo con históricamente un par de ligas, un par de Uefas y una Recopa le vino el asunto grande.

Mersey

Enfrente tenía a otro equipo, los red, que venían como motos, porque todavía estaban jugando la final del año pasado, la que hizo que Karius pasara a la historia... de las pesadillas. Pobre, cedido al Besiktas y de vacaciones en las islas griegas, antes que estar en Madrid apoyando a los suyos. Seguramente no es tan malo, pero el fútbol es tan injusto a veces que la marca que te deja es eterna. Aunque sea un icono sexual, esté forrado y de vacaciones en algún sitio con una k, seguro que daría todo por tener un DeLorean trucado. Así, la rabia de los de Mersey ante los Spurs se debe a que, para los de North West England, nunca amaneció el día siguiente... hasta ayer. Partido malo de solemnidad, que sólo animó la segunda parte de los Spurs... y los dos chufos red.

MVP

El fútbol es tan loco que Origi, del que los seguidores scouser no saben decir aun si es bueno o un paquete, es el héroe de esta Copa, tanto frente al Barça como en la propia final. El Liverpool no pudo ejecutar sus contras, pero fue efectivo. Soy fan red desde mi infancia, pero reconozcamos que el partido fue de regional. El MVP se lo dieron a Van Dijk. ¡Pero el mejor fue el portero, Alisson! Que conste en acta. Ello significa que la final fue mediocre, aunque bella para los que íbamos a favor del equipo de las 6 Copas de Europa, que ya adelantan en una al Barça. Es el tercero en el ranquin, tras el Madrid y el Milan. Palabras mayores para un working class team, cuya masa social es gente humilde, de clase media baja en su mayoría, currantes y sufridos.Cinco minutos

Hablando de finales y el Barça, los valencianistas aún estamos en éxtasis. Este es un peligro habitual de nuestra idiosincrasia: gozar tanto las alegrías que no encontramos tiempo de prepararnos para el día después. En mi anterior vida, cuando tenía una profesión de traje y corbata, un compañero muy apreciado me enseñó que las victorias, como las derrotas, hay que vivirlas sólo cinco minutos. Ese es el tiempo para la fiesta o las lamentaciones. Luego, a por el siguiente reto. Ya nos ha pasado varias veces lo de despistarnos tras un buen ciclo y hundirnos en la miseria. Estamos a tiempo de no cometer el mismo error. Pero justo es que le dediquemos un último espacio a la Copa más relevante de nuestra historia, la que va anclada al Centenario, y una de las cuatro más importantes de nuestra historia, de las ocho que tenemos.

Top

En qué lugar vaya es cuestión de cada cual, pero vamos a enumerarlas. Tenemos la del 54, contra el Barça con el portero Quique subido al larguero y goles de Badenes (gran jugador, pardiez) y dos de Fuertes. Ya habíamos perdido la liga del 48 ante los culés en la penúltima jornada siendo líderes, y la Copa del 52 que nos remontaron. En aquellos tiempos hubo mucha rivalidad, con títulos directos en juego. El partido fue un repaso, y de ahí su trascendencia. También tenemos la del 79, tras 12 años sin ganar la Copa. Con el simbolismo de la senyera en la capi, que se consideraba una provocación al sentimiento patrio por ignorancia del personal, y el gran 'Matador' Kempes marcando por partida doble... al Real Madrid, que era campeón de Liga. Y la del 99, con Mendieta haciendo su volea, y nuestro querido 'Piojín', ante el Atlético

Locura

Con todo el respeto a las del 1941 (contra Espanyol), 1949 (al Athletic Club), 1967 (ídem) y 2008 (Getafe), los rivales también marcan la gesta. El año del Centenario lo colma. La ciudad de Sevilla, además, nos da suerte. Los que viajaron narran que la efervescencia los llevó a un estado de locura colectiva, ajena a esas noches frías de Copa o Europa League en las que no hemos sido ni 10.000 en el estadio. La gente necesitaba volver a creer, pero hubo algunos que nunca abandonaron al equipo, cuando se temían lo peor. Para ellos, en los que no me incluyo porque mi fe es finita, y vaya que lo siento, va esta Copa que vale por cien. Con esto, cierro el capítulo de las celebraciones. Punto final a los cinco minutos de gloria. A partir de la siguiente página, miremos solo hacia delante. A por el siguiente reto.

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