Acabó la temporada y queda el gusto dulce de la victoria en el cuerpo y la mente. Empieza el verano sin ser verano, todavía en la oficina o desde casa, como un autónomo amarrado a la puerta del baile. Quedan pequeños sucedáneos en justas dosis, como la Selección de seleccionador ausente, en la que un gol de Gayà aunque no esté en él. Quizá lo revalorice aún más en un mundo en el que las aficiones tienden a no valorar a veces en su justa medida el producto de la cantera. Su gol recuerda al fallo de Messi en la final de Copa, o más que al fallo, al tiro al palo. Golpeo con el exterior de calidad superlativa.

Clase

Gayà debería tirar más a portería, o al menos participar más en ese tipo de jugadas. Me viene a la mente un gol que le metió al Espanyol con ruleta incluida, hace un par de temporadas, en la penúltima jornada, salvo error u omisión. Allí no nos jugábamos nada, aunque acabamos 0-1. Ya este año marcó contra el Leganés. Aprovechar las incorporaciones de los laterales siempre que se pueda es interesante. Como decíamos, hay sucedáneos, y uno de ellos es la Eurocopa sub-21, con Carlos Soler, y con Vallejo, que vestirá de valencianista probablemente la próxima temporada. También tenemos la Copa América (no la del PP valenciano), que ya sabemos que a Suárez le apetecía mucho jugar, y el Mundial femenino, que por fin acapara atención y portadas.

Mono

Y la final de la Liga de las Naciones, que jugaron Portugal y Holanda, en ese inventode competición que no acabo de entender como aficionado. Porque clasifica matemáticamente para la Eurocopa 2020 pero hay que jugar fase de grupos igualmente, se ve, y desgasta a jugadores en busca de más prestigio del que ya tienen. En fin, que el que no quiere desintoxicarse del fútbol en verano es porque no quiere, aunque a mí me viene bien pensar en Babia y no olerlo durante al menos un mes, o mejor dicho, hasta que pueda permitirme el lujo de leer las novedades de fichajes y ventas sentado en una sillita en la playita, algo que me da una pereza superlativa si no es con el SUPER en la mano, para no tener que hablar con nadie de trivialidades. De momento, lo dicho, todo me da una pereza supina...

Dimes

Que si Rodrigo escuchará ofertas —culebrón que me da más pereza que revisionar Breaking Bad sabiendo cómo acaba—, que si Máximo Gómez viene por Santi Mina, o mejor dicho, que cambiamos cromos Que si Lato no cuenta para el entrenador. Bueno, eso último si me tiene algo mosca, porque creo que el jugador es superlativo. Aún recuerdo su partidazo en el Bernabéu hace un par de años, y que vi in situ. En definitiva, es pronto para hacer cábalas. Y el mejor ejemplo es Pablo Sarabia. No me pregunten por qué, pero todos teníamos la seguridad de que era una operación harto difícil de llevar a cabo. Me ha ilusionado más escuchar el rumor de que Mata querría regresar. Si viene a competir, que no dudo que sea así, sería un notición.

Diretes

Las bajas afectan también a Ruben Vezo y Murillo, el último de los cuales suena para el Villarreal. He aquí un jugador que no ha podido brillar a partir de un momento determinado, y sin embargo tiene condiciones para ser un inexpugnable. Misterios del cuarto milenio, pero lo cierto es que no hay más leña que la que arde, y Garay y Paulista son intocables, en estos momentos. En definitiva, cambios necesarios, alguno quizá no, pero que no afectan la moral de la tropa de jugadores, ni menos aún la de los aficionados, que han aprendido a confiar en los hombres que les representan en el tapete.Sensación

Hay en general una sensación maravillosa, que no recuerdo haber vivido jamás, y quizá no se vuelva a repetir: la expectativa de que esta vez se van a hacer las cosas bien. Hay continuidad de proyecto, el entrenador no está socarrado con el director deportivo, como ocurría en los tiempos de Benítez y Llorente, los dueños no salen en los medios diciendo que estamos más tiesos que la mojama o que de donde no hay no se puede sacar, y encima el fantasma de la sanción FIFA se esfuma en el aire, también para el Villarreal, que ha salvado la categoría también con enorme esfuerzo y profesionalidad. En definitiva, se avecinan nuevos tiempos. Ya era hora. Pase lo que pase... ¡que nos quiten lo bailao!