No hablo de la película de Michael Caine y Demi Moore, de principios de los ochenta del siglo XX, un mero entretenimiento para pasar el rato, sino de otro show, este que se olía desde antes de las elecciones hasta hoy, que se ha sabido que hubo 'pucherazo',y de los grandes, en las votaciones olímpicas.

Y es que el ex gobernador de Río de Janeiro, un tal Sergio Cabral, ha cantado más que en una ópera y ha dado nombres, cantidades y señales de cómo se hizo todo el chanchullo para que Río fuera elegida. No es tanto el resultado final, en la última votación, donde los brasileños ganaron holgadamente a Madrid por 66 a 32, sino en la primera de ellas, donde debieron caer los cariocas.

El Sr. Cabral ha indicado que un alto cargo deportivo brasileño se le acercó y le comentó que el presidente de la IAAF (la federación internacional de atletismo) a la sazón presidida por el senegalés Lamine Diack El brasileño no se lo hizo decir dos veces y se acercó primero al hijo del africano, Papa Diack, que parece ser es quien hacía de intermediario, para solicitar lo que quería.

Antes de continuar, hay que indicar que los Diack están ya fuera del deporte, sancionados por la IAAF y por el Comité Olímpico Internacional (COI) y a la espera de juicios en sancionados por la IAAF y por el Comité Olímpico Internacional (COI) y a la espera de juiciosFranciaPero, volviendo a nuestra situación, los Diack pidieron 2 millones de dólares (o al menos es lo que Cabral ha dicho, pero podrían ser más, y alguno quizá haya caído hacia él mismo) por obtener al menos nueve votos para Río.

Ese número es importante, porque igual vale el voto de China o la India, la superpobladas naciones asiáticas, como el de Saint Kitts y Nevis (isla caribeña), por lo que mil quinientos millones o cincuenta mil habitantes valen lo mismo. Y, claro está, con dos millones de dólares, algún voto se puede comprar en lugares donde el dinero hace falta.

Y, también es vital esa cifra, porque en la primera votación, donde se elimina siempre al último, Madrid obtuvo 28 votos, Río 26, Tokio 22 y Chicago, que quedó sorprendentemente fuera, 18. Si le restas 9 votos a los 26 de Río, se hubiera quedado en 17, con lo que habría sido echada de la siguiente eliminatoria.

Es obvio que no se sabe qué hubiera pasado entre Madrid, Tokio y Chicago, y no se puede, como algunas voces piden ya, reclamar daños y perjuicios al COI, como si la capital de España Sí, fue finalista, pero la trampa era anterior a la última votación. Creo que las tres ciudades deberían pedir una indemnización, no sé si económica, pero sí, por qué no, deportiva, que sería otorgar a Chicago y Madrid unos juegos, ya que Tokio obtuvo después los de 2020.

Sería una solución justa para ambas ciudades, siempre y cuando lo pidieran. Creo que el COI tiene ante sí una gran oportunidad de hacer justicia y de quitarse un manto de corrupción que nunca se ha llegado a olvidar, no solo por ese extraño lío en Río, sino por muchas más rarezas que están en su historia.

Además, lo interesante es que Río tenía un 6,4 en valoración del propio COI, lejos del 8,3 de Tokio o del 8,1 de Madrid, con solo Chicago cerca con su pobre 7. Estas puntaciones son valoraciones realizadas por expertos del COI y que contemplan numerosos criterios que van desde instalaciones a apoyo político o medios de transporte, así como plazas hoteleras y seguridad (recordemos la pregunta de Alberto de Mónaco sobre la seguridad en Madrid, cuando Río es una de las ciudades más peligrosas del planeta).

Es decir que quizá ya debió ser eliminado por tener una baja valoración, pero lo que es seguro es que esos nueve votos comprados (lo dice quien los compró) permitieron a Río pasar la primera criba cuando debió ser eliminada en esa ronda inicial. En fin, que no creo que el Barón Pierre de Coubertin, renovador de los Juegos e inventor de los nuevos allá por 1896, duerma tranquilo en su tumba...

La ola de calor aprieta y conviene estar cerca de una piscina, una playa o de un bar con bebidas frías, aguantando aquélla y con un buen libro en las manos. Recomiendo, de vuelta al inicio con Michael Caine, su biografía 'Mi vida y yo', que no defrauda, como hicieron los de Río...

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