En realidad, esta crónica debió titularse «un inicio tranquilizador». Porque el Valencia CF, a pesar de la semana larga que lleva haciendo el ridículo en los despachos, acudió a la llamada y practicó un fútbol más que aceptable. En un partido bastante igualado y ante un rival que maneja con criterio el balón, tuvieron los locales momentos de inspiración que les hicieron acreedores a algo más que otro pobre empate. El penalti fallado por Gameiro y las increíbles manos de Coquelin saltando en la barrera, todo ello en el tiempo añadido, seguramente vienen a señalar que en el Valencia nada puede ser normal. Aquí hay que convivir con lo rocambolesco. Creo que todos lo tenemos claro.

Los mejores fallaron

Señalar a Gameiro y Coquelin no deja de resultar cruel. Fueron ellos los mejores de una tarde en la que casi todo el mundo estuvo notable. Al delantero se le vio fino con el balón, con brío en los movimientos y rápido como una centella. A la acción que acabó en el uno a cero, el año pasado habría llegado tarde. Y, sin embargo, lanzó el penalti como un párvulo cualquiera. El balón iba fuera antes de que lo golpeara. Coquelin, por su parte, tuvo que multiplicarse para parchear a un Kondogbia que se arrastró por el campo de manera lastimosa. Si éste era un viejo tractor incapaz de darle al balón el más mínimo criterio -suya fue la pérdida, la enésima, que dio origen al gol de la Real-, aquel aceleraba cada situación para despertar a sus compañeros. Sin Coquelin, el equipo habría sesteado al traqueteo insoportable de Kondogbia. Y, sin embargo, no se le ocurre otra cosa que despegar la mano en una barrera en el último lance del juego. La psique del individuo lleva desconcertando al pensador desde hace 2500 años y Coquelin no contribuye, precisamente, a arrojar luz al tema.

Buen nivel

El equipo, con todo, mantuvo sus señas de identidad. Todos se conocen, de manera que los desajustes son ya mínimos. Los centrales estuvieron tan firmes como casi siempre y, en contraposición a muchas fases de la temporada pasada, se consiguió llegar al área por los costados con cierta facilidad. Wass volvió a ser decisivo. Un verdadero ejemplo para sus compañeros. Por el otro costado, en cambio, Costa demostró por qué no lo quiere el Villarreal. Su primer tiempo estuvo plagado de imprecisiones y la Real le encontró la espalda una y otra vez. Luego mejoró algo sus prestaciones, pero nunca ayudó a Guedes en tareas ofensivas. Mucho tendrá que mejorar para estar a la altura de la plantilla actual del Valencia CF y, a su edad, las mejoras vienen ya a cuentagotas.

Sin creación

Cuesta entender que Marcelino no recondujera la situación en el centro del campo. Ausente Parejo, no dejaba de ser razonable apostar por los dos franceses en la sala de máquinas. Pero Kondogbia hacía aguas por los cuatro costados, parecía agotado y correr más despacio que cualquiera de los demás. Tuvo que ser él quien hiciera explotar el polvorín. Los últimos minutos demandaban otra cosa, mayor control del juego en el centro. En algún momento es de suponer que se pensará en Soler para esos menesteres.

Guedes

Aunque tuvo, como todos, alguna imprecisión, su participación en el juego volvió a ser importante. Le dejó a un Rodrigo más bien apagado -lógico- un balón que era medio gol. Acabó en el palo. Cuando la Real apretaba en busca del empate, nadie como el portugués conseguía romper la línea de presión corriendo con el balón. Es, como los grandes, de los que no se achica cuando las cosas se tuercen. Empieza muy bien la temporada y esa es una gran noticia. Si sigue así, el verano que viene lo venden.