Está, casi, finalizando el verano y el sabor vacacional se esfuma poco a poco. Ese 'dolce far niente' italiano, que se aplica al descanso merecido después de meses de trabajo se nos va olvidando pero lo tenemos en cuenta para el año siguiente.

No es, sin embargo, lo que le ha pasado a Gustavo Matosas, el ya ex seleccionador de la selección de Costa Rica, porque para él su trabajo ya era un periodo estival continuo. O eso, al menos, es lo que ha declarado cuando ha dimitido hace unos días de su cargo con los 'ticos'.

Matosas, casi sacando un bostezo largo, dijo que «no sabía que era tan aburrido dirigir a una selección». Hombre, pues no sé si es aburrido o no, pero todos sabemos que no es lo mismo que el día a día de un club de fútbol, donde tiene el entrenador que estar pendiente de todos los distintos elementos para que la maquinaria funcione.

Sin embargo, ser seleccionador no significa ser entrenador, o al menos no solo, sino que tiene que buscar los mejores elementos para el equipo, viajando a muchos países donde se encuentran no solo los jugadores consagrados (Keylor Navas por ejemplo) sino también las posibles perlas que estén escondidas o aquellos futbolistas que puedan obtener la nacionalidad costarricense, por tener ascendentes de aquél país.

Es decir, que si uno quiere, no hay tanto aburrimiento, pero la frase da que pensar y, si nos ponemos en la situación de Matosas, él cree que no hay una tensión diaria que pueda permitir disfrutar del cargo y, por ende, estar siempre de descanso, ese 'dolce far niente'. Pero, el argentino no quiere tirarse a la bartola todos los días y la reflexión que hemos de hacernos es si ese puesto, que parece la panacea para un entrenador, en algunos casos casi el logro final de una carrera, tiene tanta relevancia.

No para el bueno de Gustavo, que lo ve casi como un trabajo a tiempo parcial, pero además con paradas demasiado largas, ya que se quejaba de ver a sus jugadores solo cada dos o tres meses. Sin embargo, quizá ahí se equivoca nuestro personaje, porque se trata de competir en momentos muy puntuales y sacar el máximo provecho de un grupo de futbolistas que solo se ven de vez en cuando.

La tensión, a mi entender, es la contraria y la responsabilidad es máxima, porque se exige del seleccionador que haga un equipo de unos retales, dicho sea con todo cariño, a los que tiene que unir para conseguir una personalidad propia. Quizá el clima de Costa Rica y las playas hicieron merma en él, porque creo que, justamente, es un trabajo de cirujano especializado, que debe conseguir operar fiel y justamente con lo que le dan, sin tiempo para prepararse.

Ahora bien, el contrato de Matosas tenía truco y es que se podía liberar en cualquier momento si una oferta de un club le llegaba. Y parece que, aunque el aburrimiento pudo ser un criterio, como nos lo ha revelado, lo sería más y mayor el poder entrenar en la liga mexicana, según los mentideros€

De hecho, es bastante significativo que tuviera esa cláusula contractual, con lo que ya preveía no solo poder 'aburrirse', sino que le tentaba al firmar el acuerdo, la posibilidad de marcharse. Esto me recuerda lo que estudiábamos en Derecho Canónico, que no sé si se sigue dando en las facultades, habiendo acabado hace más de 30 años, y que se denominaba 'reserva mental'.

Con esa 'reserva', uno podía acudir al Tribunal de la Rota, para anular su matrimonio religioso, arguyendo que, al casarse, ya tenía pocas ganas de hacerlo, dicho sea crudamente y que si lo hacía, era con ese freno 'mental'. O sea, que se casaba uno pero poco o, al menos, sin toda la seguridad que la Iglesia exigía...

Ese argumento que siempre me ha parecido interesante pero cínico, es aplicable a muchos actos en la vida y Matosas no solo lo tenía sino que lo escribió: soy seleccionador pero poco, y me voy cuando tenga algo mejor que hacer... Es decir que ya preveía un 'aburrimiento'.

Y, para que no nos coja eso, recomiendo empezar el nuevo curso con dos libros, para recargar pilas: 'Lluvia fina' de Luis Landero y las memorias del gran actor David Niven 'La aventura de mi vida'. ¡Buena rentrée!

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