Tras la semanita que llevamos, se acercaba a lo imposible esperar un partido normal en Barcelona. No lo fue. Se puede resumir en que el Valencia dio demasiadas facilidades, aunque la lectura del resultado admita bastantes matices. Porque el equipo, que salió con esa empanada habitual que ante el Mallorca, limitado en recursos, no le costó más que algún susto, fue luego capaz de rehacerse y de meter el miedo en el cuerpo del gentío culé. Estuvo incluso cerca de equilibrar el asunto, hasta que un grosero e infantil error de Cillessen en el tercer gol local dio con sus huesos definitivamente en la lona. El holandés pudo hacer bastante más también en el cuarto y el quinto del Barcelona. A perro flaco, ya se sabe.

La empanada

Quizás Parejo, además de salir a twitter a decir tonterías (no estaría de más que el club prohibiera a sus futbolistas hacer el ridículo casi cada vez que se manifiestan), podría plantear a sus compañeros, como capitán, la posibilidad de que algún día salten al campo a comerse la hierba desde el minuto uno. Aunque fuera por variar y acaso por demostrar que ellos también tienen su poquito de hombría -con absoluto respeto para las damas y el movimiento me too- y amor propio. Uno, que se limita a comentar, empieza a estar un poco cansado de tener que asistir siempre a la misma historia. Anoche fue Wass el que bien podría haberse quedado haciendo la siesta en el hotel, en lugar de trasladarla al Camp Nou. Su actuación fue tan lamentable que en seis minutos ya había hecho internacional a un niño de 16 años, al que un comentarista británico -sí, son casi tan desesperantes como los de Roures- ya empezó, con algún matiz, a comparar con Messi. Para sí habría querido Messi, cuando los de Mourinho lo levantaban a dos metros del suelo, laterales como Wass. Parece mentira que futbolistas con cientos de partidos en la elite no sepan a estas alturas ni defender a un chaval que hace unas semanas jugaba con los infantiles. Pasó con Wass y, sin comerlo ni beberlo, un equipo ya de por sí repleto de heridas tuvo que empezar a remar con dos goles en contra.

La reacción

Y cuando todos nos temíamos el hundimiento absoluto, el equipo se rehízo. Tampoco es que diera un recital, pero entre el empuje de Coquelin y la velocidad de Rodrigo y Gameiro, le encontraron las cosquillas al Barça. En otro contexto, esa pareja habría hecho mucho daño. Se vio más fino a Rodrigo y Gameiro anda avispado y rápido. Viven, sin embargo, demasiado lejos de los demás, sobre todo de Parejo, que aún sigue con su particular puesta a punto, y con muy poco apoyo de los extremos, que apenas suman al caudal ofensivo. Igual Guedes que Ferrán han tenido ya suficientes oportunidades sin aprovechar y tal vez haya llegado el momento de dar la alternativa a otros. Con todo, consiguió el Valencia, como es tónica habitual en los últimos tiempos, silenciar al coliseo azulgrana, que le tiene pavor a la conducción en carrera de Rodrigo. Seguramente era mucho esperar, tal como estaban las cosas, que justo anoche se diera la campanada.

Cillessen

Y puestos a añorar, quizás también podamos con mucha contención señalar que ya cansa que el portero del Valencia se tenga siempre que comer en las grandes ocasiones pelotas como la del tercero del Barcelona, tumba definitiva del equipo. Si Neto fallaba casi siempre en los partidos importantes, lo que nos faltaba es que Cillessen empezara por el mismo camino. Siendo eso grave, verlo lanzarse al suelo como un anciano reumático para no llegar a un tirito simplemente colocado en el cuarto del Barcelona ya es para preocuparse seriamente. Eso no es un fallo, eso es que no da más de sí. Al final resultará que el más fiable de todos ha sido siempre Doménech. Fue Cillessen, en definitiva, el mejor futbolista del Barcelona en la que hasta ayer era su casa.

¿Y ahora?

Pues habrá que ver qué clase de entrenador es Celades, que probablemente no lo sepa ni el propio interesado. En algún momento se supone que empezará a poner su sello a alguna hoja. Seguir con lo que había, que en la última campaña deparó bastante mejores resultados -con mucha suerte- que fútbol, no parece el camino más recomendable a seguir. Porque él no es Marcelino y porque a algunos futbolistas ya se les está viendo venir. Si no se decide a agitar el árbol desde ya, aunque solo sea para demostrar que quien manda es él y no Parejo, Garay o Marcelino, fundadores oficiosos del Valencia C.F., lo puede pasar mal. Tiempo y mimbres hay para enderezar todo esto.