El fútbol es la dinámica de lo impensado, por eso es tan apasionante. La paradoja del Derbi es tremenda, el Valencia fue por detrás en el marcador durante la fase en la que fue más dominante con balón, que precisamente fue en la que más sufrió con la transición rápida del Levante. Después, empezó a ganar y tuvo espacios para contragolpear. En ese contexto, Rodrigo se elevó como el mejor de la cancha. Gameiro también se movió bien, desde el inicio. Como Ferran, cada vez más completo.

La corrección de Celades

Celades corrigió a tiempo. El Levante comenzó intenso y marcó debilidades, como la zona de Wass, que atacan todos los rivales. En mitad del campo perdió casi todos los duelos, con Coquelin muy solo en el 4-1-4-1. Tras el 2-0, pasó al 4-4-2, Rodrigo dejó la banda derecha y tomó la segunda punta. Los jugadores estuvieron más cómodos. La reducción de espacios entre líneas se notó al defender. Posicionalmente se notó mejor presión tras pérdida. Parejo jugó en la base e impuso su criterio.

Rodrigo, como pez en el agua

El equipo fue otro tras el cambio de sistema, en especial, un jugador. Rodrigo tomó la segunda punta, donde nadó como pez en el agua. Tiene una visión periférica tremenda, siempre sabe donde está el compañero, trabaja para el equipo y en transciones defensiva siempre toma al mediocentro rival. Así conquistó el balón del 2-2. Es un atacante completo. Gran triunfo y un debe: en el 4-4-2 es clave dar amplitud y para ser efectivos deben darse más desdobles, más superioridad en pasillos laterales.