La ya mítica frase de Rafa Guerrero, el auxiliar del árbitro Enrique Mejuto, en el partido entre el Real Zaragoza y el FC Barcelona, se ha repetido pero con distintos protagonistas ya que, esta vez, ha sido un juzgador el que ha sido expulsado.

Así, hace unos días, en la primera división de Marruecos, se pitaron cuatro penaltis en el encuentro entre el Olympique de Khourigba y el Youssoufia de Berrenchid, tres de ellos a favor del primero, que ganó por 4 a 1. Esto no sería sino una pequeña anécdota si no fuera porque la Real Federación de Fútbol de Marruecos (FRMF) decidió sancionar de por vida al árbitro del mismo, el internacional Hicham Tiazi.

O sea que, esta vez, han sido penaltis y expulsión pero de propio árbitro y por su federación. Dice la sucinta nota de ésta que se han producido «errores groseros» y que, por ello, y en aplicación del artículo 6.2 del reglamento arbitral, se ha decidido sancionar de por vida al pobre de Hicham.

Y digo pobre porque, según él comenta, ni se le ha entregado documentación o pruebas de sus «errores» ni se le ha dado audiencia para defenderse y, simplemente, se enteró por la misma nota de prensa que un servidor... Y, claro está, esa patada en el trasero, después de 30 años de función, no le ha sentado nada bien al trencilla.

Hay que saber que en no se usa el VAR, ya que se ha aprobado solo para la temporada que viene, la 2020/21 y apenas se han hecho probaturas oficiales en las semifinales de la Copa del Trono, en noviembre pasado. Por lo tanto, la tecnología no ha sido aplicada para la sanción, pero es que, ¿se puede expulsar a un árbitro, de por vida, y en mitad de un campeonato?

El reglamento marroquí dice que los nombramientos son por temporadas, como en España(o subir si se están en categoría inferior) tras los preceptivos informes. Aquí, el informe del coordinador arbitral de la FRMF ha sido tajante: expulsión para siempre... El artículo que lo regula no contempla esta posibilidad por lo que el árbitro deberá defenderse, aunque por la edad que tiene, ya le quedaba poco que juzgar.

Si tuviéramos aquí, VAR o no VAR, lo mismo, creo que cada semana podrían sucederse hechos como éste: expulsiones de por vida, o sanciones más leves. Menos mal que entendemos que los errores son humanos (y 'VARianos' también, como hemos podido apreciar) y que, salvo que haya mala fe o compra de partido, los árbitros estarán protegidos.

Noto, cada vez más, que el VAR es esencial, porque si bien se equivocan sus manejadores, si la tensión que existe se dejara al puro azar o visión del árbitro en una fracción de segundo, los desbordamientos de aficionados, prensa y sancionadores federativos no tendrían dique que los parara.

No creo que por pitar cuatro penaltis (salvo que se demuestre que hay algo turbio detrás de ello) se deba parar la carrera de un árbitro. Nos estamos moviendo ya en un terreno cada más evidente de un Clint Eastwood en cualquiera de sus películas de Harry el Sucio, por la rapidez en la que saca su pistola. Volvamos a la cordura y, para ello, nada más sereno que leerse los relatos de Antonio Rodríguez Almodóvar, 'El hombre que se volvió relativo', como todo lo es...