Este bajón en el juego del Valencia nos ha cogido a todos por sorpresa. Una crisis colectiva es norma habitual en todos los equipos a lo largo de una temporada. La pasan incluso los más poderosos. También es inevitable dejarse puntos ante equipos de aquellos ante los que se supone que no se debería fallar. Pero lo que hace del Valencia un equipo diferente es que ese bajón se vea acompañado de un derrumbamiento generalizado, hasta el punto de dar la impresión de que sus futbolistas dejen de competir. En esta última jornada vimos a casi todos sus rivales directos tropezar, pero en ningún caso se derivó esa circunstancia de la falta absoluta de implicación que ha acompañado al Valencia últimamente. Así, mientras el resto viven lo que en el argot se llama 'crisis de resultados', aquí tenemos que soportar lo que algunos ya denominan una tomadura de pelo por parte de futbolistas y entrenador.

Apenas hay algo que salvar en este naufragio, aunque parece difícil señalar con ahínco a Celades. Más allá del aspecto motivacional, de difícil encuadre a estas alturas de la película, el entrenador ha hecho a nivel táctico lo que todo el mundo le pedía y ha puesto en el campo a los que casi todos teníamos en mente. Todo apunta a que él es quien menos se explica lo que está pasando. Seguramente porque lleva poco tiempo de valencianista. Y por mucho que las derrotas no tengan ningún padre, bien parecería que hay gente que empieza a estar claramente señalada.

Parejo

Empezando por Parejo. Su caso merece un serio estudio sociológico. Se pasó varios años en Valencia siendo maltratado por crítica y público lo hiciera bien o mal. De un tiempo a esta parte, por el contrario, parece que haga lo que haga siempre cuenta con excusa absolutoria: su motor diésel, la falta de descanso, los marcajes, el VAR. Lo cierto es que su temporada está siendo muy pobre. Apenas podemos rescatar unos cuantos ratos al nivel que le debemos exigir. No ha cuajado un solo partido completo aceptable y está en la fotografía de todas las derrotas del equipo de esta temporada, en las que ha estado horroroso. En Mallorca empezó el partido, como ya viene siendo costumbre, con una pasividad que parece ser contagiosa. Está evidentemente acomodado y un tiempo en el banquillo parece ser el único camino para que no se considere por encima del bien y del mal.

El ruso

Lo de Cheryshev sería noticia si no fuera porque ya no sorprende a nadie. Cuando Guti decía que su versión de futbolista no tendría cabida en el fútbol de hoy -porque corría lo justo y solo delante de la policía-, obviamente no se acordaba de Cheryshev. Su indolencia es tal que ni una lesión en mal momento le hace cambiar el rictus. Recuerda tanto a los futbolistas de antaño que, como aquellos, solo le hemos visto esforzarse cuando estaba en juego su contrato. Asegurada su generosa ficha por el Valencia, que nadie lo siga esperando.

El nuevo Otamendi

Hay quien de verdad cree que por Diakhaby el Valencia CF rechazó 40 millones de euros -lo mismo por lo que vendió a Otamendi, vamos-. También hay quien nos quiere hacer creer que el chico es un gran fichaje y un central con un futuro inmenso. Pero lo cierto es que de momento hace dos partidos buenos y una malo, por no decir que horrible. Lo cual te puedes permitir en el caso de un delantero centro cuyos fallos solo generan frustración. Pero no con un central, donde los errores clamorosos, como esa acción de parvulito en el tercero de Budimir, se pagan con goles en contra. Hay cosas, como lo que da vueltas dentro de una cabeza, que no se curan con la edad y Diakhaby, nos cuenten lo que nos cuenten, nunca será central para el Valencia.

El lateral

Otra enorme milonga de los gurús del postmodernismo es la de que el Valencia no necesita un lateral derecho porque Wass «siempre te da un aprobado». Depende, claro, de dónde ponga uno el listón del aprobado. Lo cierto es que Wass como lateral es peor que cualquier lateral de cualquier rival directo del Valencia y seguramente que cualquier lateral de primera división. A partir de ahí, blanco y en botella. Lo mismo pasa, por cierto, con el portero, pero de eso hablamos otro día.