El Betis tuvo la virtud de hacer que Dani Parejo viviera incómodo durante buena parte del partido. Los verdiblancos crearon superioridades en el circuito central con y sin balón, y a pesar de lo activo que se mostró Geoffrey Kondogbia tanto en las recuperaciones como en intentos constantes de dar criterio al juego. En la primera media hora a Rubi le salió a la perfección el entramado táctico que había programado. Edgar, pivote defensivo, se acercó a los centrales para dotar de amplitud y fluidez a la salida de balón. Pero, sobre todo, generaron ventajas en la zona media con las apariciones de Guardado y Canales. Los tres rebasaron a la pareja Parejo-Kondogbia. En ese difícil contexto, una solución podría haber sido retrasar unos metros a Gameiro para taponar a Edgar... El plan anti-Parejo del Betis terminó por alimentar los nervios en Mestalla en el primer tiempo.

Nabil Fekir le dio lucidez al dominio territorial y táctico del Betis en esos primeros 45 minutos. Un zurdo con sobrante de talento, capaz de él solo complicar la tarde a todo un sistema defensivo y que obliga a duplicar las marcas cuando se hace con la pelota. Precisamente, el francés se apoderó del costado derecho formando sociedad con Emerson y ganando entre ambos la espalda de Gayà, donde pocas veces existieron las coberturas de Diakhaby. Pero cuatro minutos de reducción de espacios del Valencia hacia delante, provocando errores no forzados en su rival, condujeron al golazo de Kevin Gameiro. Este gol valió oro para aclarar un partido muy difícil.

Hasta el gol del '9' francés a los 59 minutos, la producción del equipo de Celades no había sido buena. La entrada de Guedes, desequilibrante, atrevido pidiéndola y dúctil, adaptándose tanto a la banda y a la punta, despertó el potencial ofensivo del equipo. Todo eso, unido a la genial definición de Gameiro, contrarrestaron un momento crítico con un impulso mental positivo. De vuelta a Guedes, su nivel hace creer que hay que dar con su posición, pues puede funcionar por la banda o en la delantera. El Valencia hizo el segundo en el 88 con una gran jugada colectiva que definió Parejo. Desde el gol de Gameiro -los tantos son el detalle táctico más trascendente-, los blanquinegros disfrutaron de los espacios que necesitan. Le permiten correr y tener opciones ofensivas en velocidad. El Valencia no está muerto, requiere dosis de confianza para este final de la Liga.