Hay que empezar a dar la voz de alarma en el Valencia CF. Su política de liquidación de activos recuerda ya, tras lo de Rodrigo, a los peores tiempos de M. Llorente, que creíamos felizmente olvidados. Como entonces, se está vendiendo casi todo lo que pueden colocar, a menudo a precios que no hacen quedar muy bien a quienes negocian en nombre del Valencia. El no tener a nadie cualificado para llevar esas operaciones condena de nuevo al club a perder dinero a chorros para luego recogerlo a cucharadas.

Siendo todo eso triste, más preocupante es que, como en aquella época de liquidación a saldo, la lista de refuerzos haya regresado a las medianías de entonces. Parece que en lugar de André Gomes, Cancelo o Rodrigo, vamos a regresar a los tiempos de Guardado, Cissokho, Piatti o Barragán. De las promesas de hacer un equipo para rivalizar con los grandes de Europa no parece quedar ni rastro. La ilusión con la que Lim llegó al club se ha transformado en pura desidia, en casi absoluto desinterés. El COVID no es ninguna excusa.

Hasta Rodrigo, el equipo se podía más o menos sostener. Si de verdad la idea de Gracia cuaja, lo cual está por ver, un ataque con Gameiro, Maxi, Rodrigo y Kang In hacía del Valencia un equipo temible y capaz de todo. A Rodrigo se le pueden discutir unos años más que discretos, pero no el haber sido el delantero más peligroso del equipo en los últimos tres años. Su valor de mercado no engaña a nadie. Sin él, el Valencia vuelve a ser un equipo menor, que puede aspirar a convertirse en una roca al estilo Getafe, pero sin tener a Bordalás en el banquillo. El de Alicante era la apuesta segura y otra vez se la juegan con un disparo al muñeco.

Lo de Gracia, igual que a Tito Bau, a mí también me hace gracia, pero por otras razones. Parece detectarse cierta satisfacción por la sencilla razón de que sus futbolistas corren un poco más que antes y no son el coladero en que el incapaz Celades había convertido al Valencia Club de Ferias. Pero nada de eso, aunque se mantenga cuando empiece la competición, servirá para estar entre los cuatro primeros si no hay calidad arriba y fondo de armario suficiente para reemplazar a los buenos cuando se lesionen. Ahora no hay ni lo uno ni lo otro, a expensas de que Kang In se convierta en un figura en cuestión de meses, cosa que se antoja entre complicada e imposible.

Sin refuerzos, estos tíos se van a encontrar en terreno de nadie y entonces ¿de qué le sirve el juguete a Peter?