La diferencia entre Bruto y Kondogbia es que a Julio César le sorprendió la presencia de aquél entre sus asesinos: «¿También tú, Bruto?», exclamó. Que Kondogbia, en cambio, abandone la nave y deje a la afición del Valencia CF con el puñal colgando del riñón entra dentro de su habitual modus operandi. Hay alguno que todavía ayer le tiraba flores.

Se fortalece el equipo con la salida de quien lleva más de dos años dando lástima en el campo. Llegó de Milán con fama de correr poco y quejarse mucho. A algunos nos engañó durante un año, el único tiempo en el que sudó la camiseta. Luego se ha dedicado a cobrar religiosamente y largarse a París-Bangui en cuanto podía a seguir con la 'fiestuqui'. Que Javi Gracia lo prefiriese a Coquelin demuestra lo poco que el penúltimo genio del banquillo ha seguido al Valencia estos últimos años y lo patético que es Peter Lim a la hora de escoger entrenadores.

La operación de salida del francés es, de nuevo, una chapuza. Los del Inter en su día sacaron un dineral por un producto tóxico y en rebeldía porque saben negociar, son listos y tienen el nivel de dignidad muy arriba. De Valencia se va envuelto con un lacito porque los que negocian no tienen ni idea de esto y parece que de nada. Vista la necesidad del Atlético y el empecinamiento de Simeone, ese fanático del jogo bonito, la cuerda se debería haber estirado mucho más. Tenerlo dos años en la grada no era tan mala solución.

Que se fuera gratis, en todo caso, ya era buena noticia para sus compañeros. Matamos dos pájaros de un tiro: se le coloca un futbolista acabado al Atlético para que continúe en su espiral de perdedor sobrevalorado y se obliga a Gracia a que abra la puerta a un Racic que a día de hoy le va a dar al Valencia mucho más de lo que ya podía ofrecer un perfecto vividor como Kondogbia.