Así no se sale del barro

Maxi volvió a estar mal, como últimamente, solo que esta vez tuvo en la otra área a Calleri, que le dio una pequeña lección de cómo hacer la vida difícil a los centrales

GAUDEN VILLAS

Parecía el Osasuna una víctima propiciatoria. Habían sonado los clarines anunciando el retorno del Valencia victorioso tras ganarle a Yeclano y Alcorcón. Pero la Liga es eso, la Liga. Y los navarros llegaron con el cuchillo entre los dientes a pelear cada metro. Consiguieron equilibrar un choque que parecía decantarse a favor del Valencia y no terminaron de embolsar los tres puntos de milagro. Se respiró siempre ese aire de dramatismo que tiene la lucha por el descenso, en la que todo apunta unos y otros se van a encontrar cuando llegue la recta final del campeonato. Si alguien nos dice que lo que vimos fue un duelo de aspirantes al ascenso a Primera, también nos lo creemos. Así están las cosas.

FÚTBOL AL REVÉS

El Valencia fue bastante superior en el primer tiempo. Nada que ver con aventuras recientes tipo Cádiz, Elche o Alavés. El equipo salió con intención de mandar ante un rival que llegó a plantar a siete tíos en la frontal del área defendiendo. Sin bordar el juego, sí fue capaz de encontrar vías de acceso al área enemiga en un aprovechamiento decente de los costados. Con otro tipo de futbolista, ahí hubo carne para cazar algún gol. Pero ni Racic a portero vencido, ni Wass con luces fundidas, solo en la frontal de la pequeña, ni Diakhaby cerrando los ojos cuando remataba sin oposición un saque de esquina, fueron capaces de transformar. Se cumplió entonces el topicazo y en una contra pésimamente defendida la clavó el Osasuna. Como le pasara el martes al Levante, no sería porque no estaban avisados.

AUTOGOL Y GRACIAS

El segundo acto fue muy distinto. El Osasuna se vino arriba, se convenció de que podía sacar algo en Mestalla y mandó casi siempre. La desaparición de Racic y Cheryshev resultó letal. El ruso fue el mejor del primer tiempo, un quebradero de cabeza permanente. Fiel a su costumbre, sin embargo, se esfumó en la reanudación. Y nadie lo reemplazó. Vivió el Valencia pendiente del resurgimiento de su banda derecha, que no terminó de romper en nada. El gol llegó en un error clamoroso de uno de los centrales rojillos y bien pareció que de esa manera y ninguna otra podía el Valencia convertir algo de lo bastante que conseguía llegar al área contraria. Mucha bala de fogueo y, a fin de cuentas, poco plomo. Los navarros afrontaron el final del partido desmelenados y seguramente irán diciendo por ahí que hasta merecieron la victoria. Se vio más a Doménech que al portero del Osasuna.

PRIMERA CLAVE

Lo único que tocó Gracia del once de Valladolid fue a Guillamón. Y le salió el tiro por la culata. Paulista, que no ha demostrado esta temporada ser mejor que el chaval canterano, tuvo una tarde aciaga. Calleri se lo merendó sin contemplaciones y no marcó alguno más por cuestión de centímetros. Tampoco mejora Diakhaby junto al brasileño, bien al contrario. En el gol del Osasuna uno y otro aparecen retratados, toman decisiones erróneas y muestran una tibieza con la que solo se va al pozo en el que está el equipo. Las injusticias suelen traer estas consecuencias.

SEGUNDA CLAVE

Si ya en Valladolid Kang In apenas brilló, esta vez se podría haber quedado en casa y nadie lo habría notado. Sigue el coreano sin encontrar el sitio y el juego de ataque apenas transita por sus piernas. Tampoco se vio inspirado a Maxi y van ya unos cuantos partidos. Calleri, en el otro lado, sacó bastante más provecho de los melones que le enviaban. La diferencia en el nivel de intensidad entre uno y otro fue notable y no deja, precisamente, a Maxi en buen lugar. Dos de los agraviados de Gracia que no parecen ir al ritmo de sus compañeros. Preocupante, como todo en este club.