31/01/2021

Justo premio para un Valencia más ambicioso

Si el Valencia sale con máxima implicación, cosa que no hizo en el Martínez Valero y sí en Mestalla, un partido entre Valencia y Elche lo deciden las acciones de calidad de futbolistas como Guedes

GAUDEN VILLAS

Se invirtieron las tornas del partido de la primera vuelta. Como si el fútbol no tuviera memoria -no la tiene-, volvió a vencer quien más lo quiso. En octubre y Elche, un Valencia cerocerista fue castigado por su pasividad y falta de ambición. Ayer, el Elche se pasó un tiempo completo defendiendo con siete futbolistas en su frontal. En uno y otro caso, cuando el cobarde quiso despertar ya fue tarde y cayó la victoria del lado que más la quiso. Sin ningún tipo de alarde, consiguió por fin el Valencia imponerse con cierta holgura, que no se tradujo en una mayor diferencia porque se fallaron ocasiones de gol de manual.

Tarde de interiores

No le han sentado nada bien estos meses al Elche, que ha perdido el ímpetu con el que empezó la Liga y huele como casi nadie a descenso de categoría. Poco o nada le ayuda un entrenador que llegó desde Argentina con sistemas tácticos que por aquí ya utilizaba Maguregui hace cuarenta años: autobús en la frontal del área y todos a defender. No le está resultando, afortunadamente. Otras veces por razones varias, ayer porque los interiores del Valencia supieron leer el partido y se dieron un banquete con los huecos que dejaba un rival mal plantado en el campo. No defiende mejor quien más defensas alinea. La diferencia entre los dos equipos fue más que notable y todo lo que aconteció lo hizo en terreno ilicitano. Guedes fue, para regocijo de sus todavía muchos fans, el mejor del partido. A su habitual caracoleo en sala de espera, añadió esta vez acciones de desequilibrio en mesa de quirófano, que es donde se le exige estar. Así llegó el gol de Wass. Que fuera el danés y no Maxi el que recibía por dos veces para embocar dentro de las seis yardas habla bien de los movimientos de Wass en diagonal y mal, otra vez, de la colocación del uruguayo. No puede ser casualidad que los balonesnunca le caigan ya a él.

Cambio de tornas

Si la primera mitad fue un monólogo de los locales, pronto se vio que la cosa viraría tras el descanso. Igual que le pasó a Gracia en el Martínez Valero, recordó ayer el tal Almirón que el fútbol se inventó para intentar marcar goles y deshizo su defensa numantina para salir en busca de algo más. La comodidad con la que el Valencia se movió en el primer período llegó a su fin. Cercó el Elche la jaula de Domènech. Pero le faltó la claridad que se asocia al coste de los traspasos. A última hora siempre salía una pierna que tapaba un disparo o un balón que se desviaba más de la cuenta. El mayor peligro ilicitano se redujo a un buen puñado de saques de esquina y a una ocasión de su futbolista más brillante, Morente, que la mandó arriba después de hacerle un traje, uno más, a un Paulista, bien internados en el área, allí donde se supone que un central no se vence nunca si no es para rebanar la pelota. A la práctica, quien más cerca estuvo de marcar fue de nuevo el Valencia, esta vez vía Soler. Se sacó de las chistera Carlos un jugadón a lo Messi

Sensaciones

Lejos de pesarle la responsabilidad, se vio un Valencia cómodo en el juego, con ánimo de ser protagonista donde se pasó meses siendo mero espectador. En la línea de Valladolid, agarrado al once que aconseja el sentido común -solo Vallejo sigue rechinando porque saltando de inicio no sorprende a nadie-, termina imponiéndose a rivales como el Elche porque a igual nivel de implicación acaban decidiendo futbolistas como Guedes. Si algo puede salvar a Javi Gracia de pasar a la historia como uno de los peores entrenadores que ha conocido Mestalla no es el rendimiento -pésimo- que está sacando a este grupo de futbolistas, sino la mediocridad alarmante que afecta a ya un buen número de equipos de la Liga. Elche, Alavés, Cádiz, Osasuna, Huesca son conjuntos que hace diez o quince años no aparecían ni por asomo en lo que sí era la mejor liga del mundo. Hoy son un tostón de medianías y lo único a lo que el entrenador del Valencia parece aspirar a derrotar. Que dé gracias a eso mientras duerme a pierna suelta tras la humillación a la que sometió al valencianismo en Sevilla.

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