08/02/2021

Un punto que pudieron ser tres

Notable el esfuerzo de los centrocampistas y el despliegue de Correia, pero falta un killer que las enchufe

GAUDEN VILLAS

El Valencia CF No está para grandes algarabías ni practica un fútbol preciosista, pero nada tiene que ver con lo de antes. En Bilbao tuvo una actuación digna, que bien pudo terminar en victoria. Es cierto que el rival no es lo que era y, por añadidura, venía con muchas bajas. Pero en precedentes similares el equipo no dio la talla. Esta vez sí lo hizo. Y empieza a ser reconocible. Siguen faltando cosas, como las coberturas a CorreiaComo es pobre, aunque venido un poco a más, siempre tendrá alguna desgracia, ayer un gol en propia puerta y un Maxi, pero al menos ha dejado de ser una fuente de disgusto permanente.

La flor de García Toral

Se fue el Bilbao al descanso ganando al más puro estilo Marcelino: sin haber chutado, ni de lejos, una sola vez a puerta y aprovechando la incapacidad del rival para convertir las, escasas eso sí, ocasiones de peligro que había disfrutado. Salir a no perder y ganar de chiripa. Y lo lejos que ha llegado. La zona ancha fue valencianista. Son mejores y tampoco los otros pusieron mucho empeño en dominarla. Al entrenador local le encanta ceder la batuta y en San Mamés tiene el terreno abonado: Caparrós, uno de sus maestros, es allí recordado con cariño con su fútbol de patadón y todos a pelearla. Al Valencia le costó poco imponerse, por mucho que Soler y Racic. Llegó el peligro por los costados, sobre todo vía Guedes y Correia porque GuedesGayà El revigorizado lateral portugués se las apañó para poner varios balones de mérito a Maxi, que el uruguayo desperdició porque tiene la mente en otro sitio. Desde su rifirrafe con Gracia se ha esfumado y ahora es un ariete del montón, un Sobrino, cuando no un lastre para su equipo. Al único que se ve espumear por ahí arriba es a Vallejo, lo cual explica la sequía. El gol bilbaíno fue un cúmulo de desgracias y despropósitos: Wass prefiere centrar, regalando el balón al portero como tiene por costumbre, en lugar de ceder el balón a un Correia bastante más hábil en esos menesteres, Racic no hace la cobertura por su derecha y tampoco Paulista quien, en su línea, considera que diez metros de distancia son suficientes para tener controlado al rival, que centra como quien se toma el té de las cinco. La flor, el jardín, de Marcelino hicieron el resto. Golpe duro porque el Valencia mereció ganar en lugar de perder ese tramo de partido.

Justicia

El segundo acto fue más igualado. Dolieron ese gol inmerecido y la forma en que llegó. Apenas regresados del asueto tuvo el Bilbao su mejor ocasión. Paulista vuelva a no ayudar a Correia y a flotar al delantero rival, que la pone donde quiere, misil a bocajarro y Doménech responde con la mejor parada de la jornada y seguramente de todo el campeonato. Si estuviera prohibido chutar por alto, el portero del Valencia sería internacional. Ayer hizo, además, la mejor asistencia del partido, dejando solos en la frontal y contra un solo defensor a Cutrone y Maxi . Fue la más clara del segundo tiempo. Maxi volvió a estar torpe y lento y el nuevo italiano no pareció precisamente un dechado de virtudes técnicas. Ahí pudo quedar resuelta una reanudación donde unos y otros quisieron pero no pudieron. Un ida y vuelta en el que el Valencia nunca levantó el pie del acelerador. Pasado aquel primer susto, siempre pareció el visitante más cerca de transformar. El empate hizo justicia. A la postre, hay que reconocer que Simón, que sale casi a cantada por partido, apenas tuvo que echarse al suelo y sin disparar entre palos es muy difícil ganar. Notable el esfuerzo de los centrocampistas y el despliegue de Correia, pero falta un killer que las enchufe. Esto, al menos, les falta a casi todos.

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