Pues tampoco era tan difícil

Quienes esperaban una revolución no recuerdan la trayectoria reciente de Voro

GAUDEN VILLAS

Podría ser casualidad si las casualidades existieran. La victoria más plácida de la temporada llegó una vez Javi Gracia, entrenador limitadísimo en conocimientos y una auténtica rémora desde que puso pie en Valencia, abandonó el club. La vergüenza la arrastrarán, es de suponer, quienes lo ficharon, primero, y lo mantuvieron en el cargo, después, contra todo sentido común, hasta hace cuatro días. No hizo falta para imponerse a un triste Valladolid ningún alarde. Bastó con mantener cierto orden atrás y aprovechar arriba la calidad de futbolistas que, como Maxi o Guedes, no tiene ninguno de esos equipos con los que ha habido que luchar por la permanencia en esta temporada para olvidar.

Del primer tiempo hay poco que destacar hasta el gol de Maxi en el descuento, salvo, quizás, el pelazo que luce Voro, muy al tanto de las tendencias que llegan desde Turquía. Mandó el Valladolid, que puso en aprietos a Cillessen en un par de ocasiones claras. El holandés respondió con mano dura, comme il faut. Voro dejó fuera del once a Racic y eso no le funcionó. Sorprendió que para hacer hueco a Kang In, al que le tiene lógica fe, sentara al serbio y pusiera el volante en manos de Wass, que por enésima vez naufragó. El que mandó en la zona de creación fue Mesa, un excelente pelotero con aires de posguerra, al que uno erróneamente imagina más sirviendo bravas en un chiringuito en Maspalomas, con delantal y pajarita, que liderando un mediocampo en Primera División. Epítome de sus muchos males, los castellanos mandaban y hasta llegaban pero no le hacen un gol al arco iris. La carne de delantero se paga cara y Ronaldo gastaba bastante más en aquellas fiestas de cumpleaños de sus años de gloria de lo que invierte ahora en reforzar un equipo que se le escurre sin remisión hacia Segunda. El Valencia tuvo una ocasión y la clavó.

El partido lo finiquitó Maxi nada más regresar de vestuarios en una de esas jugadas que, hasta ahora, solo le hacían al Valencia en su contra. Control impreciso del mediocentro visitante, robo de Soler y todo se precipita. Se supone que a este nivel ese tipo de errores son letales. A partir de ahí, el presunto asedio pucelano fue el de un gato con guantes, terreno abonado para que Guedes volviera a levantar la mano, con galopadas marca de la casa, para llamar la atención del seleccionador de Portugal. A la vista de lo que hizo el fenómeno rojiblanco Félix no hay color. Hubo tiempo hasta para el primer gol de Correia. Se lo merece. Otros, con mucho menos, han gozado del favor unánime de los que se dejan engañar con dos taquitos y un brazalete. Él se lo está ganando a pulso. Quienes esperaban una revolución no recuerdan la trayectoria reciente de Voro. Los volantazos no van con él. Tanto menos en estos tiempos en los que en la plantilla del Valencia hay lo que hay. Trece justitos para dar el nivel mínimo. Los inventos tipo Cutrone, a la grada. Como máximo se atreverá con Jason, que sigue por aquí cuando lo uno imaginaba cedido al Almería o al Rayo de Shanghai. Pero cinco minutos. Y muchos parecen. Es lo que hay. Thank you, Meriton.