Haz lo que quieras

Soy muy de decir 'me da igual', 'haz lo que quieras', y luego los demás piensan que de verdad me da igual, hacen lo que quieren y entonces me arrepiento

ENRIQUE BALLESTER

Soy muy de decir ‘me da igual’, ‘haz lo que quieras’, y luego los demás piensan que de verdad me da igual, hacen lo que quieren y entonces me arrepiento. Hace un par de años, por ejemplo, Delia planteó una hipotética comunión de nuestra hija y yo dije que me daba igual, que hiciera lo que quisiera, y ahora resulta que sí, que efectivamente ha hecho lo que ha querido, que se lo ha tomado al pie de la letra.

De hecho, un par de años después de aquel primer ‘me da igual’ me acaban de comunicar que el domingo tengo que desfilar por las calles del pueblo donde se celebra el gran evento, acompañando a mi hija hasta la iglesia junto a la banda municipal, porque es tradición allí ese paseo, que menos mal que llevaré mascarilla y gafas de sol y no me conoce nadie en la comarca entera. Porque ahora resulta que la comunión es casi una boda, y digo casi porque falta el novio, al menos que yo sepa, que tampoco pongo la mano en el fuego, y sé que no me puedo quejar porque dije ‘me da igual’, ‘haz lo que quieras’, lo dije y lo repetí varias veces porque soy idiota y tengo esa tara en el cerebro.

Esa caldad, ese delantero

Con la comunión no importa, en realidad, el problema es que también me ocurre con el fútbol esto. Mis amigos se pueden pasar el verano clamando que a nuestro equipo le falta un central, le falta calidad o le falta un delantero, y yo respondiendo que da igual, que aún queda tiempo, que no sean pesados y que de alguna manera nos apañaremos. Puedo cruzar decenas de atardeceres estivales despejando balones, despreciando los resultados de la pretemporada y obviando los desajustes de la plantilla y el sistema de juego, diciendo que me da igual, que pidamos otro cóctel, que hagan lo que quieran y que ya lo veremos. Pero después acaba el verano, y luego el otoño y el invierno, y llega en primavera esa media hora de la temporada en la que todo te lo juegas, y efectivamente los demás tenían razón y entonces echo de menos a ese central, esa calidad y a ese delantero, pero tampoco me puedo quejar porque dije que me daba igual, soy idiota y tengo esa tara en el cerebro.

España en la Eurocopa

Cuando pase esto de la comunión hablaré con mi hija para darle un consejo: no digas que te da igual si no te da igual. Eso es lo primero. Esa es la base, y luego otras lecciones quizá sea mejor descubrirlas con el tiempo. Que si quieres ser futbolista has de correr como si fueras el malo del patio del colegio. Que esa chica que te grababa cassettes en el instituto quería decirte algo con ello. Que cuanto peor es el partido más cerca estamos algunos de la victoria, eso por supuesto. Que hay cosas mejores que un buen libro para un día de lluvia; un paraguas, por ejemplo. Que tomó la comunión porque la incoherencia es un derecho, y que al final ella dirá también a veces ‘me da igual’, aunque no le dé, porque no se puede estar ganando todo el tiempo.

Estoy casi convencido de que me da igual España en la Eurocopa. Que Luis Enrique haga lo que quiera, me da igual la lista y me dan igual los ausentes y los lamentos. Estoy casi convencido, de momento. Cuando nos eliminen os lo cuento, a ver si aún me importa algo o ya soy un viejo.