La Universitat de València, a través del Servei d’Educació Física i Esports con el apoyo de la Unitat d’Igualtat, organiza los días 10 y 11 de mayo las primeras Jornadas Mujer y Deporte bajo el lema ‘Límites actuales y posibilidades de futuro’, un encuentro que tratará de analizar los obstáculos que dificultan la igualdad efectiva dentro de este ámbito, así como mejorar la visibilidad del deporte femenino. La catedrática de Sociología de la Universitat de València Capitolina Díaz ofrecerá la conferencia inaugural y con este motivo nos adelanta parte del contenido de su ponencia y reflexiona sobre el papel de la mujer dentro del deporte profesional.

Doctora en Sociología por la Universidad de Londres, Capitolina Díaz ha sido profesora en la Universidad de Oviedo desde 1992 y presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas. También ha dirigido la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Educación y Cultura; ha sido consejera de investigación representando a España en la UE; y directora general para la Igualdad en el Empleo en el Ministerio de Igualdad. Ha participado como investigadora en más de 15 proyectos regionales, nacionales o internacionales, y, producto de ellos, ha realizado -sola o en coautoría- cerca de 100 publicaciones. Ha realizado estancias de docencia e investigación en distintas universidades americanas, además de impartir clase en másteres de género en España. Sus principales líneas de investigación son: sociología del género; políticas públicas de igualdad; desigualdad y relaciones de poder en la familia; mujer y trabajo; sociología de la educación; y metodología de las ciencias sociales.

‘Equilibrio entre mujeres y hombres: un valor añadido’ es el título de la conferencia inaugural de las I Jornadas Mujer y Deporte de la UV. ¿Por qué el equilibrio como “valor añadido”? ¿No es simplemente lo que debe ser? Creo que hablar de “deber” no ayuda mucho. Lo que cuenta es lo que hay, no tanto lo que debiera haber. Y lo que hay es mucha desigualdad. Muy poco equilibrio entre mujeres y hombres. Pocas mujeres en puestos de responsabilidad y pocos hombres con responsabilidad doméstica y de cuidados. La idea de “valor añadido” se refiere a que cualquier grupo que tenga diversidad humana en su interior tiene más posibilidades de hacer mejor sus funciones, de adaptarse a cualquier innovación, crisis o cambio. El tener un grupo, una categoría, una organización, etcétera, compuesta por mujeres y hombres, y por tanto analógica con la sociedad, supone que ese grupo (o lo que sea) tiene un valor añadido respecto a un grupo sexualmente homogéneo.

¿Cuál es el contexto real en el que se tiene que mover una mujer deportista profesional?

No hay mucha diferencia entre el deporte y otras profesiones, salvo las de cuidados. El deporte se ha considerado siempre como una actividad masculina. Una actividad a realizar por personas que se pueden dedicar en cuerpo y alma a la práctica profesional porque cuentan con quien se encarga de sus necesidades personales y las de su familia. Personas que no necesitan cuidar a sus criaturas, a sus mayores, a sus dependientes, ni siquiera de sí mismos. El profesional es un contexto en el que buena parte de las actividades que se consideran propias de mujeres no caben. Y las mujeres que quieran tener éxito profesional tienen que comportarse como hombres. Puede que algunas mujeres se sacrifiquen gustosamente por su carrera profesional, pero muchas otras preferirían tener la posibilidad de compatibilizar la profesión con otras actividades personales, sociales, familiares, etcétera. Puede que en el deporte, como en otros ámbitos profesionales, se haya llegado a un nivel de exigencia que empobrece la vida de las y los profesionales limitando a las personas a una monoactividad casi excluyente.

En el deporte de elite universitario, según los últimos datos de la Universitat de València, se impone la participación femenina, así como sus éxitos. Sin embargo, muy pocas de estas mujeres se dedican después profesionalmente al deporte. ¿Qué nos ocurre?

En el periodo estudiantil, las jóvenes pueden concentrarse en los estudios y el deporte y sobresalir en ambos campos. Pero acabado el periodo universitario desean una vida más completa, con más opciones y actividades. Desean más tiempo para sí mismas, para organizar un hogar, tener vida social, etcétera. Y esa ampliación de opciones es incompatible con la exigencia del deporte profesional. Lo saben bien, se han sacrificado por él muchos años.

¿Es la Comunitat Valenciana una región con oportunidades para el deporte femenino profesional?

Sin duda lo es. El éxito de nuestras deportistas universitarias lo muestra. Pero una vez desaparecida la protección universitaria, es escaso el apoyo institucional. Y más escasa aún la consideración de que el deporte femenino necesita una atención y un apoyo superior que compense los muchos años de sostenimiento del deporte masculino.

¿Desde la familia; los colectivos sociales; el mundo académico, económico, empresarial, político... realmente se está haciendo bien para que la igualdad de oportunidades sea efectiva?

Es evidente que no se está haciendo bien, probablemente en ningún ámbito de los mencionados o no se estaría reproduciendo la desigualdad de oportunidades entre las mujeres y los hombres. Sobre todo, se hace poco. Cada persona, una madre, un padre, cada profesor, conductora de autobús, presidente de una asociación, empresaria, etcétera, debiera ser consciente de que hay muchas cosas que están en su mano cada día para favorecer la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Las I Jornadas Mujer y Deporte se proponen realizar una radiografía de la situación actual a través del análisis del papel que juegan todos los agentes implicados en este ámbito: académicos, deportistas, empresas patrocinadoras, medios de comunicación y responsables políticos. Sin ánimo de echarle la culpa a nadie, pero teniendo en cuenta que el deporte profesional femenino está todavía a años luz de su homólogo masculino, ¿cuál es el fallo dentro de esta cadena?

La pregunta es tan amplia que responderla adecuadamente requeriría una tesis doctoral. Vivimos en sociedades de predominio masculino gracias al cual los hombres, lo que ellos representan y hacen es prioritario y acumula la mayor parte de los recursos y de poder. Para desmontar este sistema y convertirlo en igualitario, hace falta en primer lugar que se comprenda la importancia de la igualdad, su valor añadido. Y a partir de ahí, como acabo de decir, cada persona, desde el lugar que ocupe, piense qué puede hacer para mejorar la igualdad y lo haga. Por supuesto, la legislación igualitaria, la vigilancia de su cumplimiento y el castigo por el incumplimiento son centrales.

El último eslabón de la cadena son los medios, a través de los cuales se proyecta en la sociedad la imagen definitiva de la mujer deportista, una imagen que suele responder más a aspectos personales que profesionales. ¿Por qué sigue ocurriendo esto? ¿Tal vez porque los responsables de la información deportiva son principalmente hombres? ¿O quizá porque son hombres los mayores consumidores de este tipo de información? ¿O por ambas razones?

Sin duda ambas razones son parte del problema. Los medios, por lo general, reproducen los estereotipos de la sociedad en la que están y tienen una posición muy poco crítica. Los propios medios necesitan revisar sus posiciones en relación a la igualdad.

Ya para finalizar y volviendo al tema de su conferencia, para lograr el equilibrio dentro del deporte, ¿no habrá que conseguirlo antes en el conjunto de la sociedad?

Tienen que ir en paralelo. Algunos ámbitos pueden avanzar un poco en igualdad y otros mantenerse algo más rezagados, pero la sociedad no es un conjunto de compartimentos estancos, o se progresa en general o no se puede alcanzar la igualdad en el deporte. No hay más que ver la escasa repercusión política y efectiva que han tenido los indudables éxitos olímpicos de nuestras deportistas en los últimos años.