¿El desencuentro por un jugador o dos jugadores puede despedazar un proyecto? No. Rafinha es sólo una parte dentro de una serie. El problema es más profundo y tiene que ver con las competencias, con los fichajes vetados y los movimientos aceptados, con los límites vulnerados y con el poder, con la fuerza ejecutiva. El punto de fricción -no superado- con Rafinha forma parte de una cadena que afecta a operaciones como Otamendi y a valores como Kang In. Por poner otros dos ejemplos rotundos.

De forma elemental, el esquema es este: Marcelino quiere al futbolista del Barça y Mateu Alemany lo defiende, Peter Lim no lo consiente y muestra su desacuerdo. A partir de ahí, no se avanza. Atendiendo a los argumentos de las partes implicadas todos ofrecen razones lógicas. El problema es que han equivocado los tiempos para hacer estallar las desavenencias. Cuando todo parecía marchar sobre ruedas, la sacudida ha conmocionado al vestuario y al aficionado, más todavía cuando faltan poco más de dos semanas para arrancar LaLiga. Estaba claro que el órdago iba a abrir una guerra.

¿La situación es irreconducible? No... pero el pesimismo se respira por dentro por momentos. Una parte debe ceder y no será sencillo por la personalidad de los protagonistas. El martes, cuando todo parecía sobre carriles para alcanzar un final feliz auténtico, Rafinha volvió a brotar como nudo irresoluble. Los técnicos insisten en su valor deportivo, pero la propiedad subraya su propósito y sus aspiraciones. El fichaje está sellado, pero la prioridad es proteger la apuesta de Meriton por los jugadores de la Academia. Peter Lim no traga, reitera su oposición y el nombre principal sobre el que perseveran sus argumentos es Kang In. La polivalencia de Rafinha generaría un efecto dominó que atacaría la proyección y el rol de otros valores como Ferran o Carlos Soler. Marcelino piensa en refuerzos para competir de inmediato, Anil ladea la balanza con fundamentos de visión a largo plazo. En el tiroteo, fallan las formas y el momento.

Lim recalca su poder

La sensación de bloqueo se respira desde hace semanas. El alegato de Marcelino advirtiendo de la inversión y el nivel de los refuerzos de sus rivales directos en LaLiga -tras el amistoso ante el Sion- era mucho más que la típica justificación del míster. Fue una bengala de aviso. El viaje a Singapur de mediados de julio no estaba previsto. Alemany sintió que está perdiendo competencias para maniobrar en el mercado, preguntó y la respuesta fue que el poder ejecutivo de su parcela está en Singapur. El choque provoca la reunión de urgencia. En caliente, Mateu se plantea dimitir.

Ya de vuelta en Europa, Alemany le traslada a Marcelino su intención y el domingo, en Lisboa, se produce la fuga de tensión nuclear. Marcelino es rotundo: si te vas, me voy contigo. En el vuelo de vuelta a València la colisión llega a la plantilla, que se posiciona en favor del míster, afín al director general.

Las sensaciones mejoran

El lunes, Anil Murthy aterriza en Manises desde Singapur. Pascual Calabuig -redactor de SUPER- va al encuentro y la respuesta del presidente es clara: la situación es difícil de reconducir. El día avanza y se suceden las reuniones en las oficinas del club. El presidente y Mateu hablan durante cerca de seis horas y las conclusiones son positivas. No todo está perdido y Alemany abre una puerta: «Si hablamos es por algo». Por la noche continúan las conversaciones con Singapur.

Todo o nada, cara a cara

El martes amanece con buenas sensaciones. Anil se reúne con Marcelino y los futbolistas antes de la primera sesión de entrenamiento. El presidente desparrama sus argumentos, trata de explicar la situación y encuentra la respuesta del equipo en bloque: están con Marcelino, apoyan a Alemany y Parejo levanta la voz para pedir a Murthy que no toque lo que funciona. Cierran filas. Los capitanes hablan respaldados por el grupo y recuerdan las dificultades vividas durante el ciclo anterior a la llegada de Mateu y del míster asturiano. El cuerpo técnico siente el apoyo y apuesta por continuar -por el club, por sentido del deber y por responsabilidad- al frente del proyecto, pase lo que pase con Mateu.

El paso de los futbolistas y su compromiso despeja muchas dudas... aunque no todas. Todos trabajan esforzándose en trasladar una imagen de normalidad, con el foco en la faena. Alemany también se pone manos a la obra y trabaja en operaciones de salida. Los implicados «buscan lo mejor para el Valencia CF» y avanzan, pero por la tarde todo se vuelve a descomponer. Sobre la mesa la confección final de la plantilla, queda un 10% por rematar... pero será responsabilidad de la propiedad. Lim hace sentir su autoridad. En ese espacio sigue sin entrar Rafinha. La posición de Mateu está clara. La última mano a todo o nada se va a jugar sin filtros, cara a cara en Singapur, donde ya están Anil y el director general.