En una época atípica donde el nueve puro es una especie en extinción, Miroslav Klose grabó su nombre con letras de oro en el fútbol Mundial. Quince son los goles que lleva el punta de la Lazio en las citas mundialistas y por consiguiente, quince son las volteretas que han maravillado al mundo. Ayer ante Ghana, al igual que Ronaldo en 2006, anotó el tanto que igualaba al brasileño y dio la razón a aquellos que abogan por la defensa de ese animal que casi sin oler el balón ya lo ha enviado al fondo de la red.

Nacido en el seno de una familia de deportistas polacos „su madre fue profesional en balonmano y su padre futbolista„ Klose pronto se adivinó como un delantero tocado por una varita mágica, que desarrollo su fútbol e inició una historia casi de amor con una zona llamada área. Ahí, Miroslav se siente como en casa, camina sin alzar la voz y casi con una timidez impropia de uno de los mejores delanteros de la historia de los mundiales. Él no llama a los focos, simplemente le buscan por puro merecimiento.

Sus inicios en el Kaiserslautern ya fueron una evidencia de lo que el futuro esperaba. Un delantero especial. Sin una técnica apabullante pero con un sentido del juego y del desmarque que pocos han logrado tener. Su juego aéreo y su primer toque llamaron la atención de Rudi Völler, quien le incluyó en la lista para el Mundial de 2002 y ahí comenzó el mito, que no hizo esperar demasiado al espectador. Dos minutos concretamente fueron lo que tardó Klose en enviar con un generoso cabezazo el balón al fondo de la portería y para los alejados de la Bundesliga esa fue la primera vez que vieron la voltereta, que ahora copa de su mano grandes páginas de la historia del fútbol. Allí en Corea y Japón aún anotaría cuatro más.

Tras el Kaiserslautern llegó el Werder Bremen y con la vestimenta verdiblanca se ganó el billete a un nuevo Mundial con la Mannschaft, una cita celebrada precisamente en Alemania. Cinco más a su cuenta particular sumó el ariete de Opole, quien tras otra temporada en el Werder aterrizó en el Bayern Múnich para formar una delantera de ensueño junto a Luca Toni y Lucas Podolski. En el equipo bávaro fue víctima de esos cambios que sufre el fútbol, la exigencia de un deporte en constante evolución y que a veces no respeta ni a superdotados como Klose. Sus últimas dos temporadas con 'la estrella del sur' fueron inferiores a lo esperado, el esquema no acompañaba, pero eso no le impidió vestir de nuevo la camiseta de Alemania en un Mundial.

Sudáfrica fue el destino y ahí los germanos llegaban como uno de los favoritos. España terminó con ellos en semifinales y dejaba al delantero con 4 goles en esa cita (uno ante Australia, otro frente a Inglaterra y dos a Argentina en cuartos de final). 14 tantos en total y con 32 años muchos querían retirar ya a Klose. Cuatro temporadas de larga espera presentaron una nueva oportunidad al actual delantero de la Lazio, quien llegaba a Brasil con un objetivo, el récord de Ronaldo.

Alemania vencía 4-0 a Portugal en la primera jornada y en el banquillo Klose esperaba y esperaba. Incomprensible parecía no ver al delantero sobre el terreno de juego, quien con espacios podía superar el ansiado récord. Parece que Joachim Low preparaba un escenario mejor, ese reservado a las grandes estrellas. La Mannschaft lo pasaba mal, el falso '9' no servía como antibiótico ante la complicada defensa africana y entonces pisó el césped Miroslav Klose, un auténtico delantero. Dos minutos, al igual que en aquel debut en 2002, necesitó el ariete para anotar un gol de puro huele sangre, donde aparecen los grandes. El gol 15 llegó ante Ghana, paradójicamente como el 15 de Ronaldo, quien hizo lo propio 8 años atrás.

No parece que Joachim Low vaya a cambiar el esquema y Klose seguramente comenzará desde el banquillo el próximo encuentro. Desde ese asiento, el delantero mirará al césped y esperará una oportunidad con la que ese gol número 16 pueda llegar y entonces su nombre descansará solo, como a menudo se encuentra en el área, en los más alto de la historia de los mundiales.