En cualquier otro escenario, en cualquier otra circunstancia, esta España ganaría a esta Turquía con una superioridad notable en nueve de cada 10 partidos. Pero es el Eurobásket. Es el cruce de octavos. Es Estambul. Y el España-Turquía fue una oda al sufrimiento durante tres cuartos y medio. Muy poco baloncesto, demasiada heterodoxia y una buen toque de atención para lo que está por venir. Turquía fue a la guerra contra España porque ni tiene recursos técnicos ni humanos ni tácticos.

Esta Turquía, tan poquita cosa, elevó el nivel defensivo, insistió en los dos contra uno por dentro y vivió de lo que pudo. Una rachita de Korkmaz, cuatro y hasta cinco exteriores en pista, presión ambiental (más chavalería que fanáticos en el Sinan Erdem), técnicas al banquillo y atosigar a una España muy superior sobre el papel, pero a la que no dejó jugar, a la que incomodó, incordió y, por momentos, hasta cortocircuitó. España ha metido 89,8 puntos de media en este Eurobasket

Con los turcos sólo llegó a los 73. Su porcentaje en triples ha sido en el torneo del 44,7%. Se quedó este domingo en el 33% (8 de 24). Datos muy significativos.

Fue, a ratos, un calvario para la selección, no un partido de baloncesto. Con España siempre por delante, eso sí. Con ventajas de entre 5 y 10 puntos. Pero sin su juego alegre. Sin correr. Sin circulación. Sin ver aro. Sin anotar un par de canastas por minuto.

España sobrevivió a todos sus males, a base de los ramalazos de calidad de "Chacho" Rodríguez, a los triples de Ricky (¡sí, los triples de Ricky!) y los hermanos Gasol, y salió a flote. Sin continuidad pero con talento. Ganó, que a estas alturas del Eurobasket, ya en los cruces, es lo único importante. El martes, contra Alemania, nadie le va a preguntar a la España de Sergio Scariolosi llegó a cuartos como campeón de grupo o jugando su peor baloncesto ante Turquía, en el partido más feo de toda la competición. Será otra guerra. Toca resetear. Porque no habrá un rival tan inferior como Turquía delante, que proponga tan poco y que lo complique tanto. Y será otro escenario. Y otras circunstancias. Y España debe recuperar su alegría y su mejor nivel, al ritmo en el que jugó buena parte del último cuarto ante los otomanos. Eso le bastará para meterse de lleno en la lucha por las medallas.