Gilles Villeneuve protagonizó, en su casa, en Canadá, una de las imágenes más sorprendentes en la Fórmula 1. En 1981, la lluvia dificultaba la conducción a los pilotos que debían de extremar las precauciones debido a que cada vez era más intensa pero esto no fue lo único que le sucedió al piloto canadiense. La parte delantera de su monoplaza se soltó y acabó doblándose hasta quedar encima del coche convirtiendo la mala visibilidad debido a la lluvia, en nula por culpa del vehículo.

El piloto decidió, a falta de tres vueltas para finalizar la carrera, continuar hasta el final pese a tener una nula visibilidad ya que en ese momento estaba en la tercera posición y sabía que era una gran posición para el equipo. Decidió arriesgarse y continuar la carrera.

Finalmente, consiguió su objetivo y subió al podio haciendo de su gesta uno de los momentos que se siempre se recordarán en la Fórmula 1.