Las mujeres se pasan el día disculpándose, o al menos eso cree la cultura popular, que últimamente le ha dedicado atención a este tema, desde un capítulo de la siempre oportuna The Good Wife a un sketch de Amy Schumer, titulado precisamente I´m sorry. La ensayista Sloane Crosley firmaba un artículo en The New York Times abordando la misma cuestión. Para ella, las mujeres dejan de decir lo que quieren al disculparse sin motivo y de ocupar el espacio que les pertenece. Se retratan poco menos que como pasivo-agresivas de intensidad variable. Y así no.

Como respuesta, la periodista Ann Friedman publicó un texto cuestionando tanto análisis sistemático a las formas de comunicación femeninas. Ya basta, vino a decir, ahora sólo falta disculparse por tanta disculpa. Pero era tarde: no solo existe un plugin de Gmail llamado "just not sorry" diseñado para evitar las disculpas innecesarias en los e-mails de trabajo -cuyas instrucciones por cierto, dan algo de grima, con un tono que mezcla el juramento de alianza a la Sección Femenina con ese neofeminismo corporativo propio de las seguidoras de Sheryl Sandberg: "no diré que creo algo que sé"-. Además, la cuestión ha llegado a Twitter y otras redes sociales donde prolifera la etiqueta #SorryNotSorry.

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