La presencia de acontecimientos estresantes, como ocurrió con la pandemia, trajo consigo un aumento de los cuadros depresivos, especialmente en niños y adolescentes, que no están desapareciendo pese a que la incidencia de casos sigue bajando y la nueva normalidad se percibe como un escenario a corto plazo.

Según psiquiatras consultados por Efe, los picos de depresión llegaron con "retardo" porque en un principio la gente se preocupaba más de la enfermedad física que mental y ahora los síntomas depresivos persisten porque, aunque la pandemia tienda a la baja, siguen vigentes sus consecuencias como la crisis económica, la muerte de allegados y la incertidumbre que en el caso de menores se traduce en trastornos de conducta alimentaria y tendencias suicidas.

En opinión del jefe de Psiquiatría del hospital 12 de Octubre de Madrid, Gabriel Rubio, en un entrevista con Efe con motivo del Día Europeo de la Depresión, la pandemia fue un factor de riesgo "brutal" para personas que nunca habían tenido una depresión y caldo de cultivo en adolescentes, que duplicaron las demandas de consulta en los servicios de salud.

Rubio explica que, aunque las cifras oficiales de casos covid vayan a la baja, "las familias lo están pasando mal, no hay fallecimientos pero sigue habiendo incertidumbre, miedo al contagio, mucha gente está en paro y se desconfía de la vuelta a la normalidad".

Rubio lamenta que en España, aún hoy, se banalice el concepto de depresión y asegura que la sociedad española considera que cuando una persona se deprime es porque tiene "un elemento de debilidad en su carácter".

Este psiquiatra en el 12 de Octubre advierte de que no se deprime quien quiere, "se deprimen aquellas personas en las que confluyen factores biológicos, herencia, situaciones de abuso o pérdida de familiares en la adolescencia, factores ambientales y acontecimientos vitales estresantes".

Rubio reconoce que no hay un registro de casos de depresión en España como sí lo hay en países donde se hacen estudios de prevalencia como Estados Unidos o Canadá.

Y en esos países, dice, se estima que un 20% de la población tendrá episodios depresivos en algún momento de su vida, porcentaje extrapolable a España.

Sin embargo, la depresión no es el trastorno mental más común, lugar que hoy ocupan los trastornos de ansiedad si bien los psiquiatras esperan que en pocos años la depresión desplace a la ansiedad de ese primer puesto.

Depresión crónica

"La depresión tiene tratamiento, se cura y el tratamiento temprano mejora el pronóstico". Lo cuenta a Efe el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Celso Arango, quien reconoce que con una Atención Primaria colapsada, la gente no acude a tratarse y la depresión corre el riesgo de hacerse crónica.

En el Día Europeo de la Depresión, este psiquiatra quiere insistir en el mensaje de la detección precoz porque una depresión crónica y recurrente puede desembocar en el suicidio.

Arango subraya que la pandemia "ha desnudado" un sistema de salud mental carente de apoyos y asegura que en España la falta de psiquiatras, un 40 % menos que la media europea, engorda las listas de espera y provoca que una persona con depresión acabe yendo a la privada porque el sistema público no da respuesta.

El también jefe del servicio de psiquiatría del niño y el adolescente en el hospital Gregorio Marañón asegura que lo que "más preocupa" a los psiquiatras es la falta de recursos porque en España el gasto en sanidad es muy inferior a la media de la UE y, precisamente, la salud mental es la especialidad que menos participa "de la tarta del gasto sanitario".

Aumento en la anterior crisis

Para este psiquiatra, es un hecho que las situaciones de crisis alimentan los cuadros depresivos, y no sólo esta crisis sanitaria con medidas de aislamiento social. Ya en 2008, la crisis económica y financiera, supuso un aumento de los trastornos afectivos en un 20%.

Y se sospecha que estos porcentajes están por debajo de las cifras reales, ya que muchos casos no se derivan a servicios de salud.

También la presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, Ana González-Pinto, constata que las depresiones aumentan con las crisis, "no hay una avalancha pero son situaciones de riesgo y vienen detrás, son su consecuencia".

Y dado que se trata de una patología muy prevalente, González-Pinto insiste como sus colegas en que urge más inversión y recursos en salud mental.

También admite que banalizar la depresión impide pedir ayuda y ante una baja laboral "se duda más de una depresión que de una enfermedad lumbar".

Cree que la pandemia ha ayudado a dar un paso para que la salud mental deje de estar estigmatizada pero, en general, dice, "es un tema tabú y la gente no sabe diferenciar unos trastornos de otros".