El Levante consiguió la machada de vencer a Argentina y eliminó indirectamente al Barça, que necesitaba la derrota valenciana. Los albicelestes se adelantaron en el marcador pero los granota remontaron con dos excelentes tantos aún en la primera mitad. El Levante demostró, en un encuentro de tú a tú, que puede ganar a cualquiera.

El partido hubiese podido levantar algún tipo de suspicacias, pues el empate beneficiaba a ambos para estar en las semifinales. Sin embargo, Jauregui se encargó en el minuto 3 de disipar dudas conspiratorias. Avanzó como un alfiler por el centro del campo y a treinta metros del marco de Tienza se sacó un zurdazo que supero al cancerbero levantinista con una bonita parábola. El encuentro fue de primer nivel desde el minuto uno, muy atractivo para el espectador al ofrecer un juego eléctrico y de idas y venidas. Leszczuk y Sánchez se hicieron los dueños del centro del campo. Sobre todo el primero, un jugador del Boca Juniors que ha hecho muchas papeletas en la fase de grupos para acabar ganando el galardón a mejor futbolista del torneo.

Pepelu volvió a meter a su conjunto en el partido. Una falta magistral desde la frontal acabó convirtiéndose en el empate. El cancerbero albiceleste Ezequiel Unsain pudo hacer más. Pudo hacer algo, realmente. Cuatro minutos después Alejandro Forner se metió entre la defensa tras un calamitoso fallo latinoamericano para obrar la remontada (1-2).

Tras el paso por los vestuarios, Grondona apostó por hacer una retahíla de cambios con el objetivo de oxigenar su once pero le costó volver a entrar en el encuentro. El Levante gestionó además las sustituciones para ir rompiendo el ritmo de juego, logrando que la segunda mitad tuviese menos intensidad que el primer envite. Fueron los albicelestes los que merodearon el área con mayor continuidad. A falta de diez minutos el choque se ensució en exceso y varios jugadores pudieron encaminarse antes de hora hacia los vestuarios.