El periodismo tiene muchas cosas buenas y otras que no lo son tanto. Nos dedicamos a informar, a hacer saber a la sociedad información que hasta entonces se desconocía. El problema es que no siempre son buenas noticias y la cuestión es que sabes que, en ocasiones, publicando según qué informaciones, estás haciendo daño a alguien.

Os cuento todo esto porque el pasado lunes, cuando llegué a la redacción para preparar el suplemento de fútbol base que Superdeporte publica cada martes, me alertaron de una información que hizo que me diera un vuelco el corazón. Un alevín del Torre Levante estaba en la UVI. No sabíamos más. Simplemente lo que llegaba por Facebook y Twitter. Así que llamé a la escuela de Orriols y me confirmaron la mala noticia. Pero me dijeron que nada había tenido que ver lo ocurrido con el fútbol, que los padres del menor estaban muy afectados por todo lo sucedido y que no sabían hasta qué punto les iba a importar que se supiera la historia de Ferrán. Colgué. Me quedé sin palabras, sin saber cómo reaccionar. Lo consulté con mis superiores y tomamos una decisión, no íbamos a publicar nada. Por respeto a los padres, pero sobre todo, por respeto a Ferrán y sus compañeros de equipo que tan mal lo pasarían en aquel lunes de desconcierto. Me prometí que el día que el niño estuviera bien sería la primera en hacerle un reportaje.

Pasaron los días y volví a llamar a la escuela. Dentro de mí todavía estaba la duda de si había hecho bien no contando la historia de este pequeño futbolista, y más sabiendo que el resto de medios sí lo había hecho. Me dijeron que estaba evolucionando muy bien y que los médicos eran optimistas. Cuánto me alegré. Evidentemente, les pregunté si tenían preparado algo para el partido que su equipo iba a disputar este fin de semana y la respuesta fue afirmativa. Me dijeron que acudiéramos sin ningún problema. Y así lo hicimos.

La pasada, como podéis observar, fue una semana dura. Y lo seguirán siendo las próximas hasta que no le haga ese reportaje a Ferrán, ya recuperado. Fueron días de incertidumbre, de darle muchas vueltas al tema. Era un dilema entre hacerle caso a la cabeza o al corazón. Opté por esta segunda, porque Ferrán y su familia se lo merecían.