Uruguay y Marruecos. Los magrebíes, que quedan con sus opciones de clasificación muy mermadas, se adelantaron con un tanto de Rabbas, pero Uruguay, pese a estar en inferioridad numérica más de 60 minutos, logró darle la vuelta al marcador después de que Zalazar y Ávila transformaran otros dos penaltis.

El excesivo respeto entre las dos selecciones imperó en el encuentro hasta que Méndez se disfrazó de portero. Cuando Bouzaidi lo tenía todo para marcar, el defensa voló para evitar el tanto de los magrebíes. Lo malo es que paró el disparo con las manos y Alberola Rojas lo tuvo claro. Fue tan evidente que ni los jugadores protestaron. Un punto de inflexión que alteró el planteamiento de los charrúas, sobre todo, tras quedarse con uno menos y encajar de penalti. Rabbas no perdonó desde los once metros. El seleccionador Fabián Coito movió ficha y sacó del campo a Rodríguez para dar entrada a Laborda. Priorizó la contención y la táctica acabó siendo efectiva.

Tras el paso por vestuarios, Marruecos aprovechó la superioridad numérica. Bouzaidi y Sanhaji desplegaron toda su potencia y a punto estuvieron de conseguir aumentar su renta. Uruguay se defendió con uñas y dientes y no perdió la fe. Tanto fue así que los magrebíes acabaron desquiciados. Cuestión de creer. Los charrúas supieron sacar rédito del desequilibrio marroquí y fruto de esa insistencia en ataque, llegó el premio. Zalazar fue derribado en el área y el colegiado señaló penalti. Al lanzamiento fue el propio centrocampista del Málaga, que no desaprovechó la ocasión para poner las tablas. Fue un golpe demasiado duro para Marruecos. Una herida en la que hurgó todavía más Uruguay, cuando Dávila anotó el segundo y definitivo gol de su equipo tras otro penalti por manos.