Pablo Redondo y Diego Alegre aterrizaron en la dirección deportiva del CD Malilla con la ilusión de estar a la altura de una de las escuelas más proliferas de la ciudad de València. Amantes del fútbol formativo y con horas de vuelo dentro del balompié, cuyos primeros pasos los dieron en las categorías inferiores del Valencia CF, afrontan el reto conscientes de su potencial y con ganas que la entidad crezca gracias a su labor.

"Llevamos un par de años en el fútbol formativo. Es un reto diferente, totalmente nuevo pero que nos llena de ilusión porque tenemos muchas ganas de probarnos, de intentar que hacerlo lo mejor posible y que salga bien", comentó Pablo con síntomas de satisfacción ante una nueva aventura.

Todo ello, en una política clara dentro del fútbol base. Amigos íntimos y con miles de momentos compartidos desde que se sumergieron dentro del fútbol, están listos para tomar las riendas del Malilla mediante una metodología en la que el resultado de los partidos será secundario.

"Instaurar una idea de fútbol para toda la escuela. Va mucho más allá de jugar un sistema definido. Se propondrá jugar a fútbol, intentarlo, crear hábitos e inculcar valores... Queremos ayudar a los entrenadores a seguir la misma línea. Desde formaciones, tareas, sesiones de entrenamiento... les echaremos una mano", reconoció Diego, fiel a su filosofía de trabajo.