Volvieron este fin de semana las competiciones de fútbol base a los campos de la Comunitat Valenciana después de siete meses y la jornada se llevó a cabo con los distintos protocolos que las autoridades de los municipios o los equipos gestores de cada instalación habían preparado dentro de las normas reguladoras exigidas generales. Los más pequeños que retomaban las competiciones eran los infantiles de Liga Autonómica y con ellos los cadetes también de Autonómica, mientras que en juveniles empezaron todas las categorías (Segunda, Primera, Preferente y Liga Nacional) excepto la División de Honor, la cual esta temporada ha visto cómo se ha dividido el grupo 7.º en dos subgrupos y empieza el 1 de noviembre.

SUPER fue testigo directo de cómo se vivió la jornada en uno de los campos tradicionales dentro del Cap y Casal como es el de Sant Marcel·lí a pesar de que, por ejemplo, a tan solo dos kilómetros de distancia, en el campo de Beniferri, el proceso era bien distinto.

Se jugaba un partido de Liga Autonómica cadete a Beniferri que enfrentaba a San José y Levante UD, y los padres y espectadores no podían acceder al recinto. Es el criterio que se aplica a esta instalación para preservar la salud de jugadores y espectadores, lo que hace que todos estén detrás de la valla perimetral viendo los encuentros desde fuera.

Pero en Sant Marcel·lí su propuesta en muy diferente y las dos son respetables porque se ajustan a la normativa. En la instalación que gestionan San Marcelino y Colegio Salgui este fin de semana se jugó el partido de Liga Autonómica también, pero en este caso infantil, entre San Marcelino y Levante UD. El club local había preparado una aplicación para registrarse con datos a la cual se podía acceder mediante un código QR que estaba colgado a la puerta del recinto. Además, teniendo en cuenta que algunas personas, especialmente los más mayores, podían no dominar la mecánica para llevar a cabo este proceso, también había un listado donde se identificaban las personas que accedían con nombre, apellidos, DNI y número telefónico.

Esto en lo referente al acceso y añadido a la toma de temperatura por parte de un operario en la puerta, así como la obligatoriedad de lavarse las manos antes de la entrada con el gel hidroalcohòlico que el mismo operario distribuía.

Ya dentro del recinto había lógicamente obligatoriedad de llevar la mascarilla puesto excepto para los jugadores que estaban participando en el encuentro, así como la recomendación de mantener una distancia de seguridad entre núcleos. Esto lo que quiere decir es que si un matrimonio por ejemplo accedía al recinto para ver jugar a su hijo, ambos padres podían sentar juntos, pero determinadas sillas estaban marcadas con 'X' para indicar que no eran utilizables y por tanto establecían la distancia de seguridad respecto a otros núcleos sociales.

La obligatoriedad de llevar mascarilla se cumplió rigurosamente y mayoritariamente también la de mantener la distancia social, a pesar de que algunos grupitos ubicados de pie en algunos casos mantenían una proximidad no recomendable e incluso algún contacto físico, una circunstancia que es muy complicado combatir.