Este jueves se reúne por primera vez oficialmente un Consejo en el que Ramón Vilar, ex concejal de Deportes socialista del Ayuntamiento, es el gran soplo de aire fresco. Colaborador del club en su etapa política, socio y dueño de 60 acciones, Vilar asegura haber conocido «situaciones peores» en Orriols, bastante más dramáticas que la actual sangría económica, e ironiza con que «el día que vivamos con sosiego perderemos alicientes, ya que es esencia del levantinismo enfrentar el fútbol y la vida de otra manera».

¿Cómo y cuándo llega primero a la Fundación y después al Consejo?

—A la Fundación exactamente el día en el que se constituye. Era a las 12:00 en la notaría y a las 11:15 me telefonea Quico Catalán y me lo propone. Acepté inmediatamente. Lo habíamos hablado alguna vez, pero la propuesta en firme no se hace hasta ese mismo día. Al Consejo llego a propuesta de la Fundación tras la reunión del Patronato. De varias propuestas al final se impuso el sentido común y salió una lista única en la que estaba yo.

—Como accionista habitual en las Juntas, ¿está al día de la situación?

—Relativamente, porque ha habido una época opaca de información en la que no brillaba la transparencia. Nos hemos enterado de alguna cosas a medias a posteriori. Eso ha sido un problema grave del Levante. Me consta que miembros del Consejo no se enteraban de nada porque no se les facilitaba.

—¿Cuál será su papel dentro del nuevo Consejo de administración?

—Aún no lo hemos hablado muy bien. La idea es reforzar mucho el área económico-financiera, incluyendo los temas urbanísticos y de planificación, y en principio estaré ahí. Aunque a mí me gustaría estar también en lo deportivo. Imagino que existirá la opción de inscribirse en dos comisiones, aunque en alguna con más dedicación, ya que somos nueve consejeros. A los que nos gusta el fútbol preferimos lo deportivo que mirar el balance.

—Con la urgencia de la recalificación, ¿cuál debe ser la hoja de ruta?

—Es un tema complicado porque no es suficiente plantearse que vas a vender el solar actual cuando esté recalificado, que no lo está. Ahí está en la ciudad otro solar deportivo recalificado mucho tiempo y no hay modo de venderlo. No es el momento económico más adecuado para pensar que la operación va a ser rápida. Habrá que tomar alguna medida transitoria, que no descarto, como una ampliación de capital, porque una cosa es recalificar y otra vender. Y si vendes tendrás que conseguir un suelo de uso deportivo y construir un estadio donde jugar. Ya veremos el margen que queda de la operación.

—¿Está el club preparado para asumir la construcción de un estadio?

—Si el Levante vendiera su actual parcela deportiva no tendría problemas para poder construir. Ahora bien, hay muchos modelos de construcción. Se puede desde consorciar con instituciones a llegar a acuerdos, como en los estadios deportivos patrocinados. A nivel personal no descarto la posibilidad de un consorcio para el estadio. Estamos hablando de 23.000 ó 25.000 asientos y si lo concibes desde el primer momento como un estadio polivalente, y no me refiero a pista de atletismo sino a conciertos y actividades de masa, tiene muchas posibilidades. Están haciendo un campo por ahí donde el Palacio de Congresos que está en torno a las 80.000 localidades y abrir eso es costoso y complicado.

—El informe concursal hablaba de un inversor que asumiera la construcción, ¿eso está ya desfasado?

—Sí, sobre todo porque si la administración concursal logra un convenio con los acreedores ya no tiene nada que decir. Luego el Levante hará lo que tenga que hacer cuando se levante el concurso y decidirá. Hay un abanico de alternativas: consorciar un estadio semi-público o mixto, buscar un inversor o sin dinero público hacerlo el club puro y duro.

—¿Con la recalificación y la venta del solar habrá suficiente para el nuevo campo y pagar a los acreedores o el margen es muy estrecho?

—El problema es que ahora incluso recalificado el solar vale poco. Hace cuatro años habría valido muchísimo dinero; ahora lo que te quieran pagar por él. La venta no creo que sea una gestión inmediata. Hay que trabajar en la recalificación, que es un proceso más largo de lo que a veces parece por buena voluntad que haya con la administración. Pero de ahí a que la venta sea inmediata... No veo que el mercado inmobiliario esté para absorber la parcela a corto plazo.

—Como ex concejal de deportes, ¿qué opina de las ayudas públicas a los clubes de fútbol?

—No se deberían dar a ningún deporte profesional, pero aquí se ha iniciado un camino y ahora no hay más remedio. Si tienes dos hijos y le compras un coche a uno, lo normal es que el otro te lo pida también y se lo compres, aunque sea más modestito. Hay que sentar las bases para que no vuelva a ocurrir y cambiar de una vez el modelo teniendo mano dura con los clubes.

—Cambiando de tercio, ¿hay algún resquicio para la sorpresa y que Quico Catalán no sea presidente?

—Sorpresa siempre se puede dar, pero resquicio no hay y está claro.

—¿Echa de menos a alguien en la nueva directiva?

—Era partidario de un Consejo de 11 miembros, que es igual de gobernable que con nueve y en él habría cabido alguna gente más. Este es un momento en el que no es que sobre nadie, sino que falta gente, y la presencia de algún miembro destacado del SAM hubiera sido positiva. Se discutió, porque fue una Junta del Patronato con discusión y se llegó a parar, lo propuse yo, porque la cosa estaba muy caldeada. Hay gente muy válida en el SAM que podría estar, pero no es el fin del mundo.

—¿Se vetó a Valentín Serrats?

—No vi un veto como tal, no me consta. Sí es verdad que hubo una discusión. La propuesta de la administración concursal llevaba a una persona del SAM, pero el SAM había decidido que fuera otra y se lió un poco. Valentín es una persona muy cualificada, como también Enrique Grima, que es el que se propuso. El SAM no es que tenga una plaza dentro del Consejo, no es como la Fundación. Podían haber tenido un poco más de ´fair- play´ y haber entrado Enrique. Yo vi una falta de entendimiento.

—¿Qué opinaba de la bicefalia?

—No hubiera estado mal. La bicefalia como la planteaba el SAM no era de poder. Es un modelo más, no llegó a calar en otras entidades. Hubiera hecho falta una persona de mucho prestigio levantinista y ése era José Luis López, pero el hombre tampoco tenía muchas ganas. Estará siempre para ayudar al Levante, pero para volver a la primera línea, aunque se lo pedimos, no estaba por la labor. El levantinismo no dispone de un gran elenco de personas a ese nivel representativo para elegir.

—Como una de las pocas caras nuevas, ¿cómo asume las críticas respecto a que no hay regeneración?

—Se ha hablado de que es el nuevo Levante, pero creo que es una transición hacia el nuevo Levante. Hasta que no se levante el concurso no se va a poder hablar de un nuevo Levante. Hay una deuda que puede quedar reducida alrededor del 50 por ciento probablemente con el convenio y hay que ver cómo se liquida esto. No soy partidario de las rupturas totales. La regeneración no es que desaparezca toda la historia anterior: hay gente que puede ser nexo de unión. Me parece muy bien que esté Miguel Ángel Ruiz, que tiene enganche social.

—¿Da entonces por buena debido a la transición la reciente política que se llevaba de hechos consumados?

—Lo damos por bueno porque la administración judicial es lo que es. No hay más remedio. El poder y la representación del club lo ostenta la administración. Sí es verdad que a Vicente Andreu le gusta mucho el fútbol, lo vive, y está ahí muy a gusto. A lo mejor hace alguna cosa que no es estrictamente de la administración concursal, porque ha tenido la oportunidad de llevar un club de fútbol en vez de una fábrica de zapatos. Si logran el convenio yo les aplaudiré, seguro.

—Pese a la intervención, la deuda ha continuado creciendo.

—Eso es una cuestión fundamental. Continuar generando deuda es muy preocupante. Fundamentalmente ha crecido por el reconocimiento de deuda de ejercicios anteriores, aunque el último presupuesto tiene una desviación importantísima. O se controla la sangría o la situación será muy delicada. Hay que reducir los déficits.

—El proceso concursal cuesta 1,4 millones al año...

—Por eso, por imagen social y por capacidad de trabajar el Consejo es conveniente quitarse a la administración concursal cuanto antes. Supongo que en el Consejo lo primero que se nos planteará será la situación del posible convenio de acreedores. Yo no lo he visto, está discretamente guardado, pero sí hay bastante adelantado.

—¿Qué opina de la gestión de Villarroel y del pacto para su salida?

—Villarroel no mató a Manolete. Ahora todo el mundo lo pone a parir, incluidos muchos que lo jaleaban. Hizo buenas cosas por el club y luego tuvo un ataque de delirio de grandeza que llevó al déficit actual de un club saneado cuando se vendió el terciario, el más saneado de España. Hay que pensar muy bien en cómo vas a subir a Primera porque puede ser una trampa mortal aunque generes más ingresos. Pedro era muy dado a que le metieran muchos ´embolaos´. Hizo plantillas carísimas de escaso rendimiento. Hay que tener un proyecto muy consolidado, el problema ahora fundamental es que el Hércules tiene 10.000 aficionados y nosotros tenemos que llevarlos al estadio en dos temporadas o la próxima como mucho, que no es tanto. Hay que ver quién es capaz de que el campo se vuelva a llenar.

Tres áreas en la nueva directiva

La primera reunión del Consejo de administración servirá para oficializar el reparto de cargos y funciones. Quico Catalán será el presidente y el órgano rector se dividirá en tres áreas: económica, deportiva y social. Uno de los primeros puntos candentes será el del convenio con los acreedores, en el que Quico Catalán y la administración concursal llevan trabajando meses. Su propuesta, como ya publicó SUPER, podría pasar por una quita del 45 por ciento de la deuda para los acreedores ordinarios y una espera de cinco años para empezar a pagar. El otro punto clave para la nueva directiva es el arranque del procedimiento administrativo para la recalificación del Ciutat.