Entre el enojo aún contenido por lo vivido el día anterior en Alcorcón y la satisfacción que otorga el reconocimiento de toda una ciudad. Así regreseron ayer los integrantes del Ontinyent a la localidad de la Vall d'Albaida tras quedarse a las puertas del ascenso a Liga Adelante en un más que polémico partido en el estadio Santo Domingo.

El plantel de Antonio Aparicio fue homenajeado en el Ayuntamiento como si hubiera logrado el ascenso. Para aficionados, representantes del Consistorio y todo los vecinos de la localidad, el equipo salió vencedor moral de Alcorcón, aunque no sirva para estar la próxima campaña en la categoría de plata. Casi mil personas, mucho de ellos jóvenes, recibieron al equipo en la plaza del Ayuntamiento. Los jugadores, la mayoría entre lágrimas, fueron agradeciendo desde el balcón del Consistorio todo el apoyo ofrecido por la afición tanto en el acto de ayer como durante la Liga.

El Ontinyent pernoctó en Madrid después del drama vivido en el partido. Una derrota in extremis (3-2) que le usurpaba la plaza que le estaba esperando en Segunda tras un arbitraje del extremeño López Acero del que ayer los miembros de la expedición seguían lamentándose.

Uno de los que más sufrieron en sus carnes las «incomprensibles» decisiones del trencilla fue David Rangel. El meta calificó lo sucedido de «suarrialista. Un ambiente hostil, un árbitro que no sabía por dónde tirar y que nos perjudicó. Hicimos un digno encuentro, pero si tienes mala suerte y una persona que no te deja ganar…». El veterano portero seguía ayer sin entender «el cambio radical del colegiado entre el primer y segundo tiempo. Al principio fueron todo buenas palabras y no sé por qué, luego mostró una actitud agresiva hacia nosotros, y sobre todo en sus decisiones. En el último gol hay hasta tres infracciones. Ya no se puede hacer nada, pero por lo menos denunciarlo públicamente».

Rangel reconoció que el viaje de vuelta resultó «muy duro. Demostramos ser un gran equipo y hemos llegado hasta ahí por méritos propios. Lo teníamos en la mano y da rabia porque juegan con la ilusión de todos y de sus familias». Dentro del varapalo vivido, el portero agredeció la respuesta de la afición y de los aficionados de Ontinyent con su recibimiento.

El técnico, Antonio Aparicio, que llegó a calificar al árbitro de «atracador» tras el partido, seguía sin dar crédito a lo vivido en Santo Domingo. «Llevo muchos años en el fútbol y lo que nos ha hecho este árbitro no hay derecho». Ya en el balcón del Ayuntamiento, el técnico se mostró «orgulloso de los jugadores y de la afición».

El presidente de la entidad, José Antonio Alberto, lamentó que se escapara un ascenso que estaban acariciando. «Es muy duro que que nos birlen la ilusión de esta forma, y sobre todo, sabe muy mal por la afición».