La última novedad en el deporte de élite es bañarse en aire congelado. Para estar en plena forma nada mejor que sumergirse en una sauna que tira aire a una temperatura cercana a los 200 grados bajo cero. Así lo piensa Cristiano Ronaldo, al que le ha gustado tanto esta criosauna que ha pagado unos 45.000 euros para llevarse una a su propia casa. También la utilizan ciclistas y atletas de alto nivel. Todo en poco tiempo, entre uno y tres minutos.

La criosauna tiene forma de cilindro y no ocupa demasiado espacio, ya que necesita el justo para que entre una persona de pie. Una vez en su interior y con la puerta cerrada, una plataforma eleva al usuario hasta que la cabeza y el cuello se quedan fuera del alcance del aire gélido al que se somete la parte del cuerpo que sí se expone a él. La temperatura a la que sale ese aire es considerada extrema al ser superior a los 100 grados bajo cero. Para utilizarla hay que tomar algunas precauciones, como asegurarse de que antes de introducirte en el cilindro estás totalmente seco y no hay rastro de agua ni sudor en tu cuerpo. En caso contrario «el agua se congelaría encima de la piel y te quemarías», explica el ovetense Manuel Rodríguez Alonso, médico deportivo que actualmente trabaja en el equipo ciclista Orica Green Edge.

Los beneficios de someterse a estas sesiones son similares a todos los que tienen como fundamento el uso de temperaturas bajas y que se engloban dentro de lo que se denomina como crioterapia. Ya sea un baño de contraste entre temperaturas frías y calientes, un baño helado o la aplicación de una bolsa de hielo sobre una inflamación. Rodríguez Alonso conocía desde hace varios años la existencia de estas criosaunas: «Una empresa francesa lleva comercializándolas alrededor de seis años. Suelen utilizarse para enfermedades reumáticas porque uno de los beneficios que tiene es que actúa como analgésico. En deporte se ha empezado a usar para ayudar a las recuperaciones musculares».

La razón por la que los deportistas han empezado a interesarse por este sistema es que actúa como «antiinflamatorio»: «Inhibe las sustancias inflamatorias denominadas interleucinas IL2 e IL8 que se producen con el ejercicio y aumenta la sustancia antiinflamatoria IL10», explica el médico. Otro de los efectos positivos es que «evita o disminuye el riesgo de sobreentrenamiento»: «Cuando entrenas el organismo reacciona a la encima creatininasa y el músculo se regenera más fuerte. Pero si entrenas demasiado el organismo no reacciona y se cae en lo que se denomina sobreentrenamiento. Con esta criosauna, si la carga ha sido demasiado fuerte, se reduce la inflamación y se evita caer en este mal».

El médico ovetense advierte de que «no son efectos muy marcados, pero se cree que los deportistas lo usan porque es como entrenar mucho en muy poco tiempo». Además, esta terapia no está indicada para todos los casos: «Si el atleta está muy castigado y le das más castigo podría ser perjudicial. No sería conveniente por ejemplo con un ciclista que lleva dos semanas en el Tour de Francia». Tampoco es conveniente abusar de estos baños de aire helado: «Tiene pocos riesgos y no tiene apenas contraindicaciones; pero se debe usar como máximo dos veces en un día y cuatro a la semana», recomienda el doctor.

Una moderación que no está mal tener en cuenta ya que esta criosauna puede llegar a ser algo adictiva al tener efectos «psicológicos»: «Si no estás muy castigado, las hormonas que se consideran de estrés o de combate aumentan su concentración y tiene un efecto euforizante. Es como un estimulante».