Hace no demasiado las selecciones autonómicas absolutas de fútbol invadieron la Navidad como los anuncios de la Lotería o las películas de Solo en casa. A rebufo de la tradicional expectación que generaban los partidos de Euskadi o Cataluña „las únicas que han jugado este año„, proliferaron los experimentos autonómicos en toda la península. Andalucía, Galicia, Navarra o Baleares disputaron amistosos internacionales, en la mayoría de casos contra selecciones sudamericanas. La moda, pese al impulso inicial de las federaciones, tuvo un seguimiento irregular y, a finales de la pasada década, casi todas las selecciones territoriales habían desaparecido.

La Comunitat Valenciana también tuvo su combinado, un artificio que nació en 2001 en un partido ante Lituania que acabó ganando por 4-1. En la fotografía del partido aparece un imberbe David Albelda con el brazalete de capitán, distinción que compartiría con Farinós, autor de tres goles. El entusiasmo ante la novedad motivó a los jugadores a aceptar la invitación en plenas vacaciones navideñas y los equipos de Primera accedieron a prestar a sus estrellas. Pero no duraría mucho. «La selección desapareció principalmente por la falta de apoyo económico», explica Juanjo Alfonso, coordinador de selecciones de la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana, que llegó al cargo cuando el fenómeno daba sus últimos coletazos. En efecto, la falta de financiación fue el último escollo: Ràdio Televisió Valenciana, que aportaba 150.000 euros a la causa, cerró el grifo en 2006. Pero si bien el hachazo económico fue lo que fulminó a la selección, este no había sido el primer motivo. Durante los cinco años de existencia se fueron sumando razones para claudicar. «Los jugadores de nivel ya no venían, nos decían que querían descansar en vacaciones», argumenta Alfonso.

Ese factor iba unido al relativo poco interés que consiguió despertar la selección desde el primer instante. «En los primeros partidos acudieron entre 20.000 y 25.000 espectadores a Mestalla», recuerda el directivo, «e incluso hubo un pico de 27.000». Pese a que la cifra es aceptable, queda lejos de la masa que mueven las selecciones de Euskadi y Cataluña. El desinterés del público y el de los propios futbolistas abocaron al espectáculo navideño a su desaparición. El epílogo a esta historia tuvo lugar en Elx, el Martínez Valero. El escenario era menos ampuloso y alejar el partido de la capital quizás podría suscitar el interés de nuevo público. La asistencia superó por poco los 14.000 espectadores que habían asistido el año anterior a Mestalla, y la selección, capitaneada por un Rufete en el ocaso de su carrera, venció a Perú por 3-1. Emergía entonces la figura de Soldado, último gran referente valenciano, que jugaba en Osasuna, mientras las grandes figuras, como Albelda, habían dejado de asistir al evento. Los seis encuentros de la selección valenciana tuvieron, en una u otra edición, a futbolistas como Farinós, Palop, Ballesteros, Héctor Font, Albiol o Juanfran. Hubo incluso un intento en 2007, ya sin el principal respaldo económico, por reunir de nuevo a los mejores jugadores de la Comunitat, pero la mayoría declinó y la Federación desistió en el empeño.

­Hoy, siete años después del último partido, reactivar una selección valenciana absoluta se antoja casi una quimera. «Ahora la Federación tiene un presupuesto muy ajustado y ese dinero prefiere destinarse a fortalecer el fútbol base; para el encuentro solo quedaría el dinero que nos aporta la Federación, pero siempre ha sido una cantidad simbólica», alega Alfonso. Quizás, más allá de si es posible volver a realizar el experimento, la cuestión pertinente es si es necesario ya que, como apunta el directivo de la Federación, fue la propia afición la que dio la espalda a la iniciativa. «Para volver a organizar algo así esperamos que haya una demanda popular», recuerda el propio Alfonso. Los motivos del desapego son mucho más hondos y de un cariz diferente a los deportivos, los cuales muestran el auge del fútbol valenciano de élite. De ello dan cuenta los cuatro equipos en Primera y la nueva hornada de jóvenes futbolistas que ha explotado en la élite, como Rubén García, Juan Bernat o Carles Gil. La mayoría de esos nuevos talentos sí han pasado por categorías inferiores de la selección valenciana, pero parece poco probable que a corto plazo emulen a las estrellas de hace una década, que vestían la Senyera por Navidad.