Desde el 24 de mayo llevaba el Atlético de Madrid preparando la cuerda y ayer no tardó mucho en lanzársela al cuello de su rival. Algo más de un minuto. En una época en la que se discute sobre si 4-4-2, 3-4-3, 4-3-3 o 3-5-2 lo que decidió el partido fue algo con mucha menos miga, sin aparente preparación y de estética arcaica. Un balón en largo de Moya, que peinó en primer lugar Mandzukic y luego Griezmann para que el croata la tuviera de nuevo en sus pies y abriera la lata. Al Madrid no le había dado tiempo a ofrecer oposición, ni casi a mostrar sus intenciones, pero hubo algo que sí aireó de nuevo, sus problemas en el juego aéreo.

Con ese regalo, Simeone sólo tuvo que hacer efectivo su plan. Si el 1-1 de la ida ya otorgaba a los rojiblancos una ligera ventaja, el gol de Mandukic daba otro saltito más al Atlético, que incluso se podía permitir algún fallo, algo que no llegó gracias en parte al desgaste colchonero y por otro lado a la apatía de los de Ancelotti, un equipo en el que no apareció ningún líder, a pesar de que con el paso de los minutos fue obteniendo mayor posesión del esférico, un intento estéril.

No hubo circulación entre los hombres blancos. El trío formado por Xabi Alonso, Modric y Kroos no tuvo efecto en lo que a generar ocasiones se refiere, de hecho la mejor de ellas llegó con un protagonista totalmente distinto, Carvajal. El lateral fue de los mejores de su equipo y en una de sus subidas a terreno rojiblanco consiguió habilitar con un pase perfecto a James Rodríguez, quien falló ante Moya.

En la banda, mientras el balón salía fuera del terreno de juego, Simeone protagonizó la bronca del partido. El colegiado mandó fuera del campo a Juanfran por tener un poco de sangre en la camiseta y tras cambiársela pidió repetidamente volver al césped, aunque Fernández Borbalán no lo autorizaba, algo que mosqueó al técnico y que le terminó costando la expulsión.

Tras el descanso el guion no cambió. Cristiano Ronaldo entró por Kroos. Ancelotti volvía al esquema, aquel que le dio dos títulos el curso pasado, aunque con James actuando de Di María. A decir verdad todo era sobre el papel y es que el colombiano nunca apareció. Perdido en la zona de tres cuartos le costó combinar, sobre todo con Cristiano, quien tuvo una actuación muy gris en sus cuarenta y cinco minutos.

Con el paso de los minutos, el Madrid trató de empujar más y paradójicamente el Atlético se fue sintiendo más cómodo. A la contra los de Simeone se sienten como en casa. Se quitan el traje de obrero y corren libres. Eso generó miedo a las líneas del conjunto blanco que fue perdiendo su posición sobre el terreno de juego y fue viendo como minuto a minuto el equipo colchonero vencía en el Calderón la Supercopa de España.

Derrota dolorosa para Ancelotti y para Florentino, quien ve como el equipo no encaja de momento. Debe preocuparle ambién el evidente problema blanco en el aspecto ofensivo y eso es algo que ya mostró en pretemporada. En 180 minutos ha anotado sólo un gol. A pesar de eso, el ataque no es lo único que se tambalea. Un año más, las jugadas con balones aéreos suponen un problema para la defensa y eso les ha vuelto a costar un título.