La sensación se reproduce partido tras partido desde su debut con España: Diego Costa no encaja. El juego de pase de la Selección demanda un finalizador de área o un enlace que lance a la segunda línea, un continuador de la jugada, como llegó a representar Fàbregas. El hispano-brasileño sigue sin encontrar su sitio. Trabaja y lo intenta, pero no está cómodo. Su mecánica de juego y sus movimientos están hechos para la estampida, el trompazo y la colisión. Nada que ver con la idiosincrasia de sus compañeros ni de este equipo. El atacante del Chelsea marca la diferencia de verdad cuando tiene metros para cabalgar a campo abierto -como en el Atlético o el Chelsea- y en España se encuentra encajonado entre defensas cerradas y el aliento de sus marcadores. Siempre le falta algo para trenzar con acierto la jugada y los gestos de frustración son evidentes. No habla el mismo idioma. Es un elefante entre bailarines. Cuando la situación demanda un paso de claqué, la respuesta es un salto de capoeira.

La respiración es distinta cuando Paco Alcácer actúa en la delantera. La apuesta por el valencianista representa una solución de continuidad. El ‘9’ de Torrent encaja de manera más natural y es una respuesta ideal por su capacidad para finalizar y apoyos. A un pase al área pequeña le sigue un desmarque. Si Silva busca un apoyo para tirar una pared en la frontal, Paco la devuelve al sitio perfecto. Alcácer tiene la confianza de Del Bosque; está primera convocatoria de la temporada lo confirma. Si bien, encajar a Diego Costa se ha convertido en una cuestión de estado. El seleccionador cristalizó tras el triunfo ante Eslovaquia que a España le sobró juego y le faltó pegada. Ante Macedonia tiene la oportunidad de probar si la situación tiene remedio con el valencianista.

Tiempo de adaptación

«He visto bien a Diego, para un delantero es difícil jugar con nosotros porque con tan pocos espacios es muy difícil encontrar el hueco. Se tiene que ir adaptando y nosotros también ir buscándolo más a él, pero es muy difícil encontrar los espacios cuando un equipo se mete tan atrás como lo ha hecho Eslovaquia», explicó David Silva. Cuando no hay espacios y es difícil encontrar un hueco, ahí está Paco. Costa es bueno, pero diferente., obvio que puede ser un recurso en el momento oportuno y ante el rival preciso, pero el juego de España reclama la presencia de Paco Alcácer. Pedro también defendió el papel de su compañero en el Chelsea: «Le está faltando suerte de cara al gol, pero por lo demás está trabajando muy bien, con muchas ganas y creando muchos espacios para el equipo, lo que es un plus que acabará por traer goles».

Sus compañeros piden tiempo y Del Bosque habla de proceso de adaptación. Álvaro Negredo, Fernando Llorente, Roberto Soldado...Ninguno tuvo tanto tiempo y tantas oportunidades. Seguramente, el seleccionador considere que la inversón puede merecer la pena a medio plazo.

Diego Costa: 602 minutos, un gol. Álvaro Morata (solución con potencia en carrera y asociación): 283 minutos, un gol. Paco Alcácer: 385 minutos, cuatro goles. David Villa era una cosa especial. ‘El Guaje’ lo hacía todo y marcaba la diferencia. En un escenario de juego y sensaciones cada vez más despejado, el ‘hombre gol’ de la Selección se mantiene como pendiente.