Con motivo del Día Internacional de la Mujer que se conmemora el 8 de marzo, la Asociación Àmbit con la colaboración de la Fundación del Valencia CF organizó el pasado viernes un partido de fútbol 7 en la cárcel de Picassent entre un equipo formado por reclusas y otro por deportistas y periodistas. SUPER participó en una iniciativa cuyo objetivo es fomentar el deporte y la igualdad entre un colectivo doblemente olvidado: las mujeres que cumplen condena penitenciaria.

Muchas son las iniciativas de todo tipo que se llevan a cabo para conmemorar el Día de la Mujer en la que cada año se recuerda y se denuncia que las mujeres seguimos estando en una posición de desventaja con respecto a los hombres en muchas facetas de la sociedad. Una desigualdad que también afecta a las mujeres que cumplen condena y para las que el deporte puede convertirse en una vía muy importante para mejorar su autoestima. Por ello, la asociación Àmbit, arraigada en los Poblats Marítims de Valencia y que trabaja para ayudar a la reinserción de las presas, organizó el pasado viernes un partido de fútbol en el interior del Centro Penitenciario de Valencia, en Picassent, que enfrentó a un equipo formado por reclusas contra otro de deportistas y periodistas.

Nos citamos en la entrada de la cárcel. Allí está la capitana, Patricia Campos, una pionera del fútbol femenino que ha tenido que emigrar a Estados Unidos para ejercer como entrenadora: «en España es imposible, piensan que por ser mujer no sabes de fútbol», afirma con amargura. En el equipo destacan también deportistas consumadas como la atleta retirada María Peinado, la piragüista Patricia Linares y la jugadora del Torrent Futsal Marga Villanueva además de varias colaboradoras de Àmbit. Con un poco de nerviosismo y tras dejar los teléfonos móviles fuera -está totalmente prohibido hacer fotos- nos cambiamos en los vestuarios y salimos a la cancha de juego. Un polideportivo cubierto en el que ya nos esperan nuestras rivales. La Fundación Valencia CF nos regala los uniformes para los dos equipos: las locales visten de blanco, las visitantes, de naranja. La grada se llena con la afición local: presos tanto hombres como mujeres -el polideportivo es zona mixta- que cumplen condena y para los que el partido supone romper por unas horas la rutina. El encuentro se desarrolla con deportividad, las visitantes nos llevamos la victoria a domicilio, aunque el resultado es lo de menos. Acabamos la jornada jugando un partidillo mezcladas. Las presas acogen con agrado esta iniciativa: «más cosas así deberían hacerse, aquí los días son muy largos, muy monótonos», afirma una de ellas. La líder del equipo local tiene 22 años y lleva 3 y medio en la cárcel: «en dos semanas me dan el tercer grado, me voy por fin de aquí», afirma aunque su alegría se trunca en la última jugada en la que cae lesionada. El equipo de reclusas es muy variado, una de las más mayores tiene 40 años: «llevo entrando y saliendo desde 2003. Ahora llevo aquí 2 meses y me esperan otros 2 años». La misma pena que deberá cumplir otra jugadora del equipo, que a sus 24 años afirma cumple condena «por un robo que ni siquiera cometí». El equipo de reclusas entrena todos los martes y jueves por la tarde: «es divertido, nos gusta», afirma una reclusa que pese a su juventud ha pasado ya por varios centros: «de todas, ésta es la cárcel que más me gusta». Tras el partido nos enseñan también el taller de cerámica lleno con las obras de realizadas por los internos y las internas, algunas de gran calidad. También admiramos la falla que están construyendo en la que destaca un ninot entrando en la cárcel con un asombroso parecido a Rita Barberá.

«El objetivo de este partido es ayudar a dar visibilidad a las reclusas, es un colectivo que necesita mucho apoyo. Para ellas el deporte es una vía de escape», afirma Enrique Alcañiz, presidente de Àmbit, asociación que organiza diversas actividades deportivas en la cárcel como talleres de yoga: «queremos empezar a organizar charlas, que vengan deportistas para contarles sus experiencias a las reclusas».