El duelo soñado entre River Plate y Boca Juniors, los dos grandes del fútbol argentino, planteaba un cambio de era mediático en la Libertadores, máximo torneo en el balompié americano, que a partir de 2019 dirimirá su título a un solo partido.

Pero la de 2018 será para siempre la final maldita: la ida se aplazó por lluvia (del 10 al 11 de noviembre) y la vuelta se disputará este domingo (21:00h hora peninsular) por culpa de la violencia.

Aquel partido, que se jugó en La Bombonera un día después de lo programado, por culpa del temporal que anegó el terreno de juego, terminó con empate 2-2.

En esta ocasión, el mundillo del fútbol habla de un bochorno, define como una vergüenza los hechos protagonizados por fanáticos de River que atacaron el autobús que llevaba a los jugadores de Boca al estadio Monumental.

Al bochorno contribuye la detención de 29 personas, según informaron a Efe fuentes policiales, por los incidentes registrados en los aledaños del estadio Monumental.

Además, a última hora del día, la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de Buenos Aires determinó la clausura preventiva de la cancha por un exceso de capacidad y el bloqueo de las salidas de emergencia. La institución "millonaria" deberá presentarse en la Dirección General de Infracciones para solicitar el levantamiento de la clausura, mediante el pago de una multa que puede ir de 3.200 a 16.000 dólares, y que se pueda finalmente jugar mañana.

Cristales rotos, gases lanzados por la Policía para dispersar a los agresores y varios jugadores afectados obligaron a los directivos de ambos clubes y de la Conmebol a sostener una larguísima reunión en el estadio Monumental para decidir la suerte del encuentro decisivo.

La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) postergó dos veces la hora del comienzo del encuentro, que originalmente se fijó para las 17.00 horas (20.00 GMT).

Finalmente el presidente de la entidad, el paraguayo Alejandro Domínguez, compareció ante la prensa para anunciar el nuevo capítulo de lo que parecer ser ya una final maldita.

"Un equipo no puede jugar y el otro no quiere ganar en estas condiciones", explicó Domínguez a periodistas.

"Las tres partes junto con Conmebol llegamos a esta determinación y el encuentro se disputará mañana a las 17.00 con público", añadió.

La solución encontrada para la celebración del partido, que evidenció la solidaridad del presidente de River Plate, Rodolfo D'Onofrio y del entrenador Marcelo Gallardo, resultó empañada con las afirmaciones de los jugadores boquenses Carlos Tevez y Darío Benedetto, que pidieron entregar de una vez la Copa Libertadores al rival.

"Que le den la Copa a River, que tiene tanto peso en la Conmebol", gritó Benedetto al retirarse del Monumental.

"Que le den la Copa a River, si siempre hacen lo que quieren. Lo que ha hecho es una vergüenza", expresó Tevez, quien minutos antes había asegurado que la Conmebol los quería "obligar a jugar".

Antes de ingresar en el estadio Monumental el autobús de Boca Juniors fue impactado en sus vidrios con piedras y botellas arrojadas por ultras de River Plate.

Los jugadores del club visitante se quejaron de haber sido expuestos a gas lacrimógeno que, al parecer, fue arrojado por la policía para dispersar a los agresores.

"Fue muy confuso, evidentemente las fuerzas de seguridad fueron desbordadas, había mucha gente. Para protegernos tiraron gases lacrimógenos y los gases ingresaron a los micros (autobuses)", había explicado luego el directivo César Martucci.

"Nos tiraron de todo", dijo el capitán Pablo Pérez al canal Fox Sports. Luego el propio Pérez acompañado por el portero juvenil Gonzalo Lamardo se trasladaron al Sanatorio Otamendi para constatar las lesiones en sus ojos por las esquirlas de los cristales del autobús.

La Conmebol reprogramó dos veces el horario de comienzo de este partido y recibió un informe de su Comisión Médica, presidida por Osvaldo Pangracio, en el que se dijo que no permitió constatar las lesiones de ambos jugadores y desestimó la posibilidad de suspender el encuentro.

El jefe de los servicios médicos de Boca Juniors, el doctor Jorge Batista, ratificó las lesiones en los ojos de ambos jugadores y los constató con los exámenes médicos realizados en el Sanatorio Otamendi.

La fecha es la única posible porque el calendario de la capital argentina registra en la próxima semana la reunión de presidentes mundiales del G20 y la seguridad tornaba imposible disputar esta final en otra fecha.