Las dudas con el dueño del banquillo se han convertido en un mal cíclico en el FC Barcelona. Sí que es cierto que la estabilidad durante las temporadas es la tónica en el Camp Nou ya que no se destituye a un técnico en mitad del curso desde 2003, pero la incertidumbre campa a sus anchas cada vez que toca renovar a un entrenador. Ocurrió con Pep Guardiola, también con Luis Enrique y con Ernesto Valverde el guion se repetirá. El desgaste y el mínimo apoyo de la directiva de manera pública no es bien recibido por los entrenadores, que año a año cumplen con títulos en el Camp Nou.

El 'Txingurri' finaliza su contrato esta temporada. A su llegada a la entidad azulgrana firmó un 2+1. La confirmación de ese tercer año opcional depende de un acuerdo mutuo entre la directiva y Valverde. Lo cierto es que en el club están contentos con el trabajo del entrenador ahora mismo y lo ven «muy válido para el proyecto». Por ese motivo quieren evitar otro caldo de cultivo donde los rumores puedan despistar al equipo en el momento clave del año cuando las habichuelas estén en el puchero. También para tener clara la hoja de ruta antes de que sea demasiado tarde, por si tuvieran que acudir al mercado para conseguir un sustituto. La fecha idónea para el club son los dos primeros meses de 2019 y por ello presion públicamente.

Sin embargo por la cabeza de Valverde está la idea de esperar. El técnico quiere verificar si se siente querido más allá de los resultados, que no son malos. Y es que ha sido el foco de las críticas en varias ocasiones, pese a que el gran borrón fue la eliminación de la Champions League en Roma. En esos malos momentos se ha echado de menos un guiño por parte del presidente, sobre todo, tras ganar la Liga y la Copa para cortar las voces que apuntaban a una destitución.

Igual que tampoco gusta la aparente improvisación en la dirección deportiva. Se vivió este verano con la presión mediática para que Valverde se desprendiera de Rakitic, porque el club quería hacer caja con un traspaso al PSG. Con Paulinho no pudo nada más que ver cómo vendían a otra pieza que consideraba clave para su estilo. Asimismo fichajes como Malcom o Vidal no eran lo esperado por Valverde.

El 'modelo Guardiola'

El 'Txingurri' está decidido a seguir el 'modelo Guardiola'. «Tengo contrato y tengo la opción de ampliarlo un año más. Ya sabemos cómo va ésto. Las temporadas son largas y hay que ver cómo va el equipo. Todo me parece bien», aseguró hace semanas el propio Valverde. Guardiola estableció este modo de proceder: no decidir sobre su futuro hasta marzo-abril prácticamente. Lo hizo con sus renovaciones anuales y también con su despedida. Luis Enrique también copio ese sistema para cerrar su etapa en el Camp Nou y Valverde está en las mismas. Cero distracciones y comprobación de la dirección del proyecto deportivo. Tampoco le ayuda al Barcelona la diana puesta sobre el 'Txingurri' como único eslabón de la cadena de renovación.

Con peso en el vestuario

Valverde sí se ha ganado el respeto de las voces importantes en el vestuario. Su estilo sosegado, sus conocimientos tácticos y la capacidad de apagar fuegos sin dar espectáculo gustan a los Messi, Piqué y compañía. De hecho las renovaciones de Jordi Alba y de Rakitic dependen en gran medida de lo que ocurra en el banquillo. El lateral izquierdo se ha vuelto a sentir importante con Valverde, mientras que el croata es uno de los predilectos. Además da libertad a Piqué con sus negocios y ha sabido manejar a Messi.