Desgraciadamente el pasado fin de semana ha concluido con un hecho anecdótico, pero que sin lugar a dudas mancha la imagen de nuestro fútbol base después de que el encuentro de categoría benjamínse tuviera que parar durante 20 minutos hasta que acudió la policía nacional al recinto por petición expresa del colegiado del encuentro.

Se enfrentaban dos equipos que llegaban a la última jornada empatados a puntos y con el título en juego y se llegó al descanso del encuentro con empate a dos (2-2) y un juego intenso, aunque limpio en todo momento. Durante el transcurso del segundo tiempo, según testigos presenciales, los ánimos estaban ya empezando a caldearse y el 3-2 llegó en una jugada en la cual un jugador visitante cayó lesionado. El entrenador del Benimàmet entró al campo para interesarse por su jugador con el permiso del árbitro, a quien le recriminó su decisión mientras cogía a su jugador en brazos y lo sacaba del campo, y se encaraba posteriormente con el colegiado. Posteriormente el entrenador visitante fue expulsado por no hacer caso al árbitro después de entrar al campo en reiteradas ocasiones, lo que hizo que la tensión fuera subiendo cada vez más hasta que algunos espectadores llegaron a invadir el terreno de juego, momento en el cual lo arbitro, Karlo Elias Szabo Racean, dijo basta y suspendió temporalmente el choque hasta que llegase la fuerza pública.

No hubo ninguna agresión física en ningún momento, pero tuvieron que llegar seis policías nacionales los cuales desalojaron al público que estaba en el campo instándolo a ir detrás de la valla delimitadora y después de unos 20 minutos de partido parado, se pudo retomar con normalidad el encuentro. El resultado al fin y al cabo fue lo menos importante.