El Mundial Femenino de Francia le sirvió de altavoz para que su voz fuera escuchada y elevó la figura de Rapinoe, para gran parte de los aficionados del balompié femenino, de futbolista y activista a icono mundial tanto dentro como fuera del terreno de juego. La californiana ya era conocida en su país por su fútbol y sus reivindicaciones políticas, pero el enorme escaparate que supone un evento de la magnitud de un mundial de fútbol le sirvió para hacer llegar no solo su calidad, sino también su mensaje, a las casas de casi cada rincón del planeta. No obstante, esa endiablada y habilidosa extremo de pelo morado que un día recorría la banda haciendo estragos en la defensa rival y a la mañana siguiente cargaba contra la FIFA y Donald Trump no se hizo de la noche a la mañana. Como todos los astros que brillan en el firmamento, la leyenda de Megan Rapinoe también tuvo un nacimiento.

Rapinoe ha pasado toda su vida con un balón pegado los pies. Desde que era una niña, la jugadora estadounidense supo que su futuro iba a estar ligado al balón. La futbolista se crió en Redding, California, con sus dos padres y sus cinco hermanos. Fue precisamente su padre, entrenador de fútbol, uno de los principales valedores de Rapinoe, así como una enorme oportunidad para practicar un deporte minoritario en el país norteamericano. De esta forma, Rapinoe jugó durante su niñez en equipos entrenados por su padre hasta ingresar en la escuela secundaria. Durante su etapa universitaria jugó en el Elk Grove Pride y posteriormente defendió los colores de la Universidad de Portland.

En 2008 Rapinoe dio el salto al fútbol profesional de la mano del Chicago Red Stars, donde sorprendió gratamente al aficionado estadounidense siendo una de las piezas fundamentales del combinado de la Ciudad de los Vientos. En Estados Unidos, Rapinoe también ha jugado para el Philadelphia Independence, el MagicJack, el Seattle Sounders y el Reign CF, y fuera del país de las barras y estrellas, ha vestido la camiseta del Sidney FC australiano y el Olympique de Lyon francés, ganando dos ligas estadounidenses, una liga francesa, una copa francesa y una Champions. A nivel de selecciones, Megan Rapinoe ha logrado dos Mundiales, un oro olímpico, tres Copas Algarve, y dos Premundiales Concacaf tras haber disputado 158 partidos y haber anotado 50 goles y repartido 59 asistencias. Además, a título individual, Megan Rapinoe fue nombrada MVP en la edición de la Copa Algarve de 2013, fue finalista del Balón de Oro en 2018, entró en el XI ideal de la liga estadounidense en ese mismo año y en Mundial de Francia ganó la Bota de Oro, el Balón de Oro y fue nombrada MVP de la final.

La brillante carrera profesional de Rapinoe es tan solo una de las dos caras de la moneda. La extremo no solo cuenta con una loable trayectoria como futbolista, también es conocido su activismo y lucha en favor de los colectivos maltratados de la sociedad, entre ellos el LGTBI, del que forma parte. Siempre firme y segura, aunque en ocasiones tosca, a Rapinoe nunca le ha temblado el pulso a la hora de elevar la voz contra el poder, desde Infantino, presidente de la FIFA, hasta Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.

A Infantino, con la equiparación salarial por bandera, la californiana le pide a la FIFA más igualdad entre el fútbol masculino y femenino, como cuando en una rueda de prensa expuso su descontento respecto a que la final del Mundial Femenino, la Copa Oro y la Copa América se jugasen el mismo día, acusando a la FIFA de no "mostrar respeto" a las mujeres alegando que dicho Mundial debía "ser el día de paralizar todo el fútbol" para darles "visibilidad". Este año Rapinoe elevó sus protestas a la escala internacional, pero a nivel nacional la jugadora ya llevaba años de lucha en su país e incluso este año fue una de las 28 jugadoras que interpusieron una denuncia contra la Federación Estadounidense de Fútbol por discriminación ante un tribunal de Los Ángeles reclamando igualdad salarial respecto al equipo masculino.

Respecto a Donald Trump, Rapinoe se ha mostrado especialmente crítica con el mandatario norteamericano al que ha acusado de racista, homófobo y xenófobo, además de criticar sus políticas que, según su visión, "excluyen" a muchas personas como ella. Aparte de dirigirse a la elite, Megan Rapinoe también focaliza su alegato en la sociedad americana, cambiando las enérgicas protestas por calmadas peticiones, como ya hizo con su mítico discurso en Nueva York frente a miles de ciudadanos donde declaró que teníamos que "hablar más y odiar menos" porque es "nuestra responsabilidad hacer un mundo mejor".

Rapinoe fue objeto de múltiples críticas tras un incidente reciente acaecido durante la gala del ESPY Award que fue filmado. En el vídeo se ve a la futbolista firmando un autógrafo a un joven aficionado con semblante desganado y sin mirarle directamente a la cara. Tras la difusión del vídeo por redes sociales se creó una división de opiniones. Por un lado están los que acusan a la futbolista estadounidense de querer mayor visibilidad para el fútbol femenino y, sin embargo, no tener buen trato con el aficionado que le pide un autógrafo, mientras que la otra parte defiende a la jugadora asegurando que siempre atiende a sus fans y que el vídeo está sacado de contexto. Esta última polémica ha demostrado que Rapinoe ha logrado convertirse en una atracción mediática y ahora se siguen más de cerca sus movimientos y reclamaciones.

Si la norteamericana no hubiese llegado a ser una de las mejores jugadoras del planeta, quizá su mensaje no hubiese llegado tan lejos ni con la misma fuerza. No obstante, nos encontramos ante una anomalía, una estrella mundial que, además, está comprometida con su comunidad y lucha activamente por mejorar la sociedad. Al igual que cuando Johan Cruyff se negó a disputar el Mundial de Argentina de 1978 en protesta por la dictadura de Jorge Rafael Videla, la capitana estadounidense decidió aprovechar su estatus para luchar contra lo que ella considera una injusticia. Así nació y se forjó la leyenda de Megan Rapinoe.