El Real Madrid se encuentra sumergido en una de las peores crisis de los últimos cursos. El fin a una catastrófica temporada parecía suponer el inicio de una revolución capitaneada por la limpieza de plantilla y la llegada de futbolistas ilusionantes, pero las malas sensaciones cosechadas el curso anterior no solo se prolongan en estas semanas de preparación, sino que destapa la mala gestión de Florentino Pérez al frente del barco blanco. Ni Hazard, pese a las pobres vibraciones que está produciendo en pretemporada, y tras llegar al Madrid como el nuevo ídolo del madridismo tras unas extraordinarias campañas en el Chelsea, pudo evitar la que fue una debacle histórica.

La pasada madrugada, frente al Atlético de Madrid, el equipo del Cholo Simeone fue superior al cuadro de Zinedine Zidane en intensidad, juego y ambición. En las entrañas del entorno madridista no dolió la abultada derrota, sino las formas. Durante los 90 minutos, los indicios de pasividad y la falta de hambre fueron los detonantes de la hecatombe, aunque el malestar se dilató, sobre todo, cuando los hombres que tienen la etiqueta de líderes echaron balones fuera y no asumieron ningún tipo de responsabilidad.

«Nosotros nos lo hemos tomado como un amistoso, ellos no», dijo en rueda prensa Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, después del correctivo de su vecino a su club. Unas palabras que no han sentado bien al aficionado madridista, aquel que dolido tras la pobre imagen, notó en sus carnes que su equipo carece de referentes en la plantilla que alcen la voz en situaciones tan sonrojantes como las de ayer. Y más, después de haber visto como el '4' merengue ha sido, en los últimos meses, noticia más por temas extradeportivos que por sus méritos dentro del terreno de juego.

Su pase mal calculado, que provocó el cuarto gol de los colchoneros, fue la clara prueba de que el futbolista nacido en Camas no está en sus mejores ciernes después de haber montado más revuelo por temas como, por ejemplo, su boda con Pilar Rubio, su posible marcha dirección a China tras un desencuentro con su presidente o el anuncio a bombo y platillo de su próximo documental.

En las entrañas del Santiago Bernabéu reclaman jugadores que estén a la altura de las exigencias y que den un giro de 180 grados al disfuncional contexto que vive el cuadro dirigido por un Zidane cuya figura se ve más deteriorada con el paso de los tropiezos. El preparador francés volvió a enfundarse el chandal con el escudo del Madrid para salvar una temporada que empezó con mal pie con Julen Lopetegui y que Solari no supo enderezar hacia el camino del éxito con sus recursos. Sin embargo, quien subió al conjunto merengue al olimpo del éxito, consiguiendo una Liga, una Supercopa de España, dos Mundiales de Clubes y, sobre todo, tres Champions League de forma consecutiva, y caracterizado por ser un experto en gestionar marcos disfuncionales, ha sido incapaz de salvar los muebles de una plantilla que presenta síntomas de vulnerabilidad. Ante tal escenario, el máximo mandatario, en vez de desprenderse de los jugadores que no dieron la talla la temporada pasada, aparta de su planificación deportiva a futbolistas que no gozaron de oportunidades en el Madrid. El último, Jesús Vallejo, quien se marcha al Wolverhampton inglés tras despuntar en el Europeo Sub-21.

Ahora, el objetivo a corto plazo del Real Madrid es buscar soluciones inmediatas ante el inicio de la competición liguera, que está a la vuelta de la esquina, tras tres derrotas en pretemporada. Dejar de lado el conformismo y la sensación de que, sin trabajo, ganas e ilusión, volverán a ser aquel combinado que fue temido a nivel internacional. Aunque revertir la situación pasa, también, por cómo afronte Florentino Pérez lo que queda de mercado tanto en las altas como en las bajas.