Los cazatalentos del Villarreal vieron algo diferente en un menudo chiquillo de 11 años que golpeaba a la bola con las dos piernas pero con un talento poco usual en alguien de su edad. Creció con la etiqueta de niño prodigio. Siempre por delante de su edad en todas la categorías. Todo el mundo decía de él que iba para crack. Indudablemente clase y habilidad tenía a quintales. Y con 17 años ya debutó en el primer equipo en La Rosaleda de Málaga. Todo le vino demasiado rápido, quizás sin la madurez necesaria para consolidarse en la élite y en un club de tanta exigencia como el Villarreal.

Moi tenía claro desde muy pequeño que iba a ser jugador profesional de Primera División. Se lo decía a los profesores del colegio cuando solo era un mocosete que acudía a clase con pocas ganas de estudiar. "Yo voy a ser futbolista", les contestaba con un desparpajo tan infantil como inocente. Fue subiendo todos los escalones de las inferiores de la selección española y del Villarreal de dos en dos, hasta el primer equipo y la sub-21. Y de momento su estrella perdió brillo, en medio de las exigencias de un equipo que jugaba con la urgencia del ascenso a Primera, pero su talento continuaba intacto.

Y acabó saliendo del Villarreal con paso por Getafe y Sporting. No acaba de cuajar su talento. Moi necesitaba estar en un ecosistema en el que se sintiese importante y protegiera su calidad. A la vez, fue ganando en madurez personal y con ella explotó su clase prodigiosa en el Huesca, azucarada con un capacidad de trabajo avalada por los registros de su GPS. Era el que mejor jugaba y el que más corría.

Hasta que Calleja y el cuerpo técnico decidieron repescarlo. El técnico amarillo le conocía de sobra de su paso por Miralcamp y apostó por repescar su talento. Moi le iba a dar muchas variantes en ataque y era el jugador más parecido a Santi Cazorla, precisamente el futbolista a quien él quería emular cuando era solo un niño y le vio ganar la Eurocopa de 2008 pegado a la televisión. Posee una calidad especial y es difícil distinguir si es diestro o zurdo como sucede con el Mago asturiano.

Llegó casi como un tapado. Todavía hay quien se pregunta porque el Villarreal se fijó en un jugador del Huesca que no triunfó del todo en Vila-real. Pero el niño prodigio de Miralcamp se ha convertido en una de la sensaciones de la pretemporada y no ha vuelto a casa para ser relleno de la plantilla sino para disfrutar jugando al fútbol al lado de los Cazorla, Morlanes, Trigueros, Iborra y compañía. "Para mi es un privilegio y un orgullo jugar al lado de gente como ellos. Es todo mucho más fácil porque leen el fútbol muy rápido", asegura con esa sonrisa que se contagia.

Moi ha progresado. No tiene nada que ver con el chico que dejó el Villarreal con 20 años. En cuatro temporadas se ha hecho hombre mas tarde de lo esperado pero con una fuerza inusitada. Tiene hambre y se le nota. Jugaría hasta de portero si se lo pidiesen. "Puedo jugar en varias posiciones del centro del campo o en la banda. El mister me está colocando en banda e intento hacer lo que me pide", explica.

Ante el Augsburgo, dejó dos asistencia de gol. Es su especialidad, también el desborde y el trabajo. Lo demostró en Schwarz ante un equipo de la clase media de la Bundesliga, robando balones y trabajando como el que más en defensa. "El Villarreal se está mostrando muy compacto y sólido, además de mandando en los partidos y manejando el balón. Además estamos acertando en la definición y queremos empezar a ganar ya desde el principio", concluye. El clon de Cazorla.