Ni tengo 29 años (que ya me gustaría) como mi amigo Mohamed, ni soy saudí, ni soy el protagonista de esta historia vivida como testigo la noche, casi madrugada, del viernes en Yeda. Al Baik es una cadena de restaurantes de fast food muy apreciada en la zona. Siempre, a todas horas, está lleno desde que abren hasta las tres de la madrugada, la hora del cierre de estos locales. Y como siempre me habían dicho que "donde fueres haz lo que vieres", nos plantamos con Mohamed en el local para comer algo y sacarnos el mal gusto de la derrota azulgrana en las semifinales de la Supercopa.

Mohamed, todo gentileza, cursa el pedido y salimos del local para seguir contando cómo es su vida en Riad y las diferencias con Yeda, más marítima, menos cosmopolita, menos rica, menos lujosa que la capital. En esas llega una chica con la cara destapada, con un velo azul en el pelo y vestida con una túnica negra que empieza a hablar con mi amigo. Como no entiendo árabe, me separo un metro para no molestar su conversación. En un momento dado, Mohamed me susurra: "Mira, así se liga en Arabia". La conversación parece ser cordial, incluso divertida en algunos momentos. Están allí cinco minutos conversando. Luego, Mohamed entra en el local, le hace el pedido de comida a la chica. Vuelve y la conversación parece adquirir un tono más íntimo con intercambio de teléfonos incluido. Nos llega la comida y Mohamed pide un taxi para desaparecer juntos dirección a lo que la mente quiera imaginarse. Mohamed, a través de la ventanilla, me guiña el ojo.

Fue la demostración de que ligar en Saudí no es imposible, pero necesita unos códigos a respetar. 1) Que sea la chica la que inicie la conversación. 2) El hombre tiene que ser amable, gentil y esperar su turno. 3) Que empiece el hombre no es un atrevimiento demasiado grande pero debe ir con cuidado porque una denuncia de acoso por parte de la mujer puede acabar arruinándole la vida. El estado pone multas a estas denuncias de hasta 800.000 euros al cambio.

Los jóvenes árabes se ríen cuando leen o escuchan que en su país no te puedes divertir porque entienden que no es así. El mundo está lleno de mitos, de faltas teorías o de imágenes estereotipadas que no coinciden con la realidad. Mohamed recuerda que ha habido conciertos de grandes artistas musicales este verano en Riad, que están abriendo bares en los que ver el fútbol, que las playas privadas son un buen escenario para establecer relaciones humanas, y que de forma clandestina puedes comprar todo tipo de bebidas alcohólicas, aunque sean a unos precios prohibitivos. Una botella de vodka cuesta 350 euros e incluso el mercado negro da para mucho más.