Horas tensas en el hospital. José Manuel López, fotoperiodista de SUPER y Levante-Emv, aguarda el resultado de la prueba de Covid-19. Así continúa su diario.

En la sala de espera

Son las 22:00 y en el vestíbulo del hospital me dan una mascarilla, me la pongo. Recorremos un par de pasillos que parecen no tener fin, por fin me hacen entrar en una habitación acristalada donde debo esperar. Me siento en la única silla que hay y espero, espero, 10 minutos, 30 más, 50€ una enfermera me habla a través del cristal.

- Hola, ¿estás bien? ¿Necesitas algo?- No, no, gracias. De momento no necesito nada

La primera hora de espera se me hace larga, pero entiendo que mi caso puede ser delicado y requiere del personal adecuado, habrá que ser paciente. En estas situaciones el teléfono móvil se convierte en el centro gestor de tu crisis personal. Contar a la familia cómo va la cosa, evadirte para que el tiempo pase más deprisa, pero no.

Me queda un 20 por cien de batería y debía racionalizarla, pues podía pasar mucho tiempo hasta avisar de novedades a los mios, así que lo pongo en modo avión.

Cuando llevo casi dos horas entra una enfermera a la que, por el cristal, había visto vestirse con todo tipo de protecciones antes de entrar. Me ofrece tranquilizantes, además de tomarme la temperatura, por si estoy nervioso.

Y yo, que no estaba nervioso, empiezo a pensar si debería estarlo. ¿Por qué si no me van a ofrecer tranquilizantes?

Pasan más de dos horas hasta que empiezan a hacerme pruebas, de sangre, placas del pecho, recogida de muestras de las fosas nasales.. ahora toca esperar resultados.

Yo, pensando, todo esto por ir a hacer mi trabajo a un partido de fútbol, si me hubiera dedicado a reporterismo en conflictos bélicos diría que me exponía a eso, pero no era mi caso. Toda mi carrera profesional diciendo que, lo bueno de la prensa deportiva es que siempre trabajas donde la gente lo pasa bien. Y mira, al final estaba allí sentado esperando los resultados de una prueba de Covid-19.

Llega la noche

Se hacen más de las doce de la noche y la misma enfermera del principio me va informando según vienen las cosas. Me avisa que me pasarán a planta, a una habitación hasta ver los resultados el día siguiente. Promete avisarme en cuanto sepa algo, pues en todas estas horas esperando he tenido tiempo de repasar todo lo malo que no me había parado a pensar hasta entonces.

La noche se hace larga, pues hasta pasada la una y media de la mañana no me suben a planta. Para trasladarme me tumban en una cama que aíslan antes de llevarme a la habitación donde pasaré la noche.

Me viene a la memoria una película de mi infancia, E.T. Aquella escena en que la NASA entra en casa de Elliot para atender al simpático extraterrestre, ahora entiendo la cara del alienígena en aquella escena.

Ya acomodado en mi habitación me avisan que la televisión es gratuita para todo los hospitalizados desde hacía poco más de dos meses. Pero claro, encontrar algo que ver en televisión es tan difícil como antes del "todo gratis de tv" en los hospitales públicos.

Al final consigo dormir sin ayuda de los fármacos que me han proporcionado por si acaso.

Abro los ojos, miro el reloj y ya son las 07:15 de la mañana. A partir de las 08:00 puedo recibir noticias del laboratorio que tiene mi prueba pendiente.

La enfermera del principio cumple su palabra y poco después de las ocho y media abre la puerta de mi habitación para darme los resultados. Apresurada viene a darme buenas noticias, el test ha dado negativo.

Un alivio

Un alivio¡Qué peso me acabo de quitar de encima! Ahora ya solo es cuestión de paciencia para salir y poder volver a mi rutina, o no. Según me explican los doctores, muy atentos ellos, el alta deben autorizarla desde Sanidad. Y eso no será rápido, me advierten. Desde la hora del desayuno espero el momento de salir pero se alarga hasta las 14:00, las cosas de palacio van despacio, dicen. A mi regreso a casa veo que mi teléfono había acumulado cientos de mensajes, pero ahora necesitaba coger aire antes de regresar a mi dia a dia.

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