La Comisión de Seguimiento organizada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para tratar de analizar el devenir de la competición nacional tras la crisis del COVID-19 ha dejado esta mañana, tras una nueva reunión, un dibujo real de cómo es la relación entre las instituciones que rigen el fútbol español. El mínimo acercamiento que se había producido entre LaLiga y la RFEF los últimos días, cuando ambas instituciones habían manifestado su deseo de acabar la temporada al vencer al virus, volvió a su punto de origen. La grieta entre Javier Tebas y Luis Rubiales es total y a la ecuación se ha unido David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). La reunión ha llevado a la fusión entre la Federación y el sindicato contra la patronal, que derivó en una guerra de comunicados.

El punto de la discordia entre las partes fue el desacuerdo por el margen mínimo que debería haber entre dos partidos en caso de retomarse la competición, unido a las condiciones meteorológicas (calor, radiación solar y humedad) de jugar en verano, como así sería. «La Federación consigue que AFE se comprometa a jugar, como mínimo, cada 72 horas», publicó al mediodía la entidad presidida por Rubiales.

La decisión iría en contra del protocolo ya diseñado por LaLiga (que ya habla de fechas para volver) en el que se estudiaban diferentes posibilidades en función de cuándo se pudiera volver realmente a competir -todo depende de la evolución del brote de coronavirus-, con lo que si el virus se prolongara y el fútbol se retrasara hasta el peor de los supuestos, no daría tiempo a acabar con el calendario porque Javier Tebas había planteado jugar cada 48 horas.

«Luis Rubiales incidió en la importancia de garantizar la seguridad en el momento que el gobierno y las autoridades sanitarias aprueben el regreso del fútbol», rezaba el comunicado. «La Federación dejó claro su frontal rechazo a que los futbolistas jueguen cada 48 horas. Ante la postura inflexible de la RFEF, AFE se ha visto obligado a aceptar que el mínimo será de 72 horas, deshaciendo así su acuerdo previo con la Liga».

La insistencia de la Federación tuvo un motivo. De acuerdo con el escrito, «imponer la defensa de la salud de los jugadores por encima de la competición». La Federación insistió en que se «opondrá» a la disputa de partidos con unas condiciones climáticas adversas y explicó que «de acuerdo con los informes del órgano federativo, se aprobarán dos pausas de hidratación por tiempo para combatir las elevadas temporaturas» del verano.

La respuesta de Tebas

El comunicado de la RFEF no ha gustado a Tebas, que no ha tardado en replicar con otro escrito. «En el seno de la Comisión no se ha sometido a aprobación ningún tipo de medida en relación con la competición. Cabe señalar que no estaba previsto su debate en ningún punto del orden del día de la reunión y no se ha sugerido incluirlo durante la misma». La patronal indicó que no se había alcanzado «ningún tipo de acuerdo» sobre la disputa de partidos cada 72 horas porque no se había sometido «nada a votación y en consecuencia no se había aprobado», así como que solo la AFE había mostrado hasta la fecha su desacuerdo al respecto, con lo que nunca se había llegado a un acuerdo entre LaLiga y David Aganzo sobre esta cuestión.

Por último, Tebas también ha desmentido el acuerdo entre AFE y RFEF sobre las pausas para la hidratación durante los choques, aunque sí reconoció que estaría «de acuerdo» ya que estas pausas «ya se encuentran recogidas en los reglamentos». De igual modo, la patronal advirtió que es LaLiga quien impone los horarios y que de poco sirve la negación de la RFEF para ubicar partidos en franjas en los que el tiempo pudiera ser adverso. «La fijación de los horarios corresponde en exclusiva a LaLiga, en virtud del vigente Convenio de Coordinación, circunstancia que así ha sido ratificada por la Comisión Directiva del Consejo Superior de Deportes (CSD) y que los horarios siempre se fijarán atendiendo, como siempre se ha hecho, a la protección de la salud de los deportistas». El escrito culminaba con una denuncia hacia la RFEF por «tergiversar» el contenido de los debates de la Comisión «con algún tipo de interés».