Aritz Aduriz ha anunciado su retirada y uno se queda con la sensación de que la suya es una gran pérdida para el fútbol español. Habrá quien diga que es o fue un excelente atacante y se deshaga en elogios futbolísticos hacia él, pero en mi modesta opinión fue o es un muy buen delantero y un tipo honrado... que no es poco. Sin embargo, me atrevo a calificarle de 'gran pérdida' porque tengo la sensación de que deja el fútbol uno de esos pocos tíos normales -y entiendase 'normales' como planos y sencillos, pero no en el significado peyorativo de los adjetivos sino en el diametralmente opuesto-. Lo digo a raíz a una anécdota que viví cuando fue jugador del Valencia CF y que, basándome en lo estrictamente empírico, me hizo tener un muy buen concepto de él pese a que ni soy su amigo ni mantengo ningún tipo de contacto con él.

Acababa de llegar Aritz al Valencia de Unai Emery en el que estaban Joaquín, Soldado, Jonas etc... a cambio de cuatro millones de euros procedente del Mallorca y, cuando todavía se podía hacer, le pedí un día con gestos tras un entrenamiento que parase su vehículo en el parking de Paterna para atenderme. Para empezar paró y bajó la ventanilla, algo que yo interpreté como toda una declaración de intenciones. Me presenté, le expliqué que nuestra intención en SUPER era molestarles lo menos posible (a los jugadores), pero que necesitábamos tener contacto con ellos. Acto seguido le hice saber que había conseguido un número de teléfono suyo que me habían facilitado unos compañeros de Palma, pero a la vez le comenté que si ese número era de uso personal y prefería que le llamásemos a algún otro número de móvil que tuviese para atender a la prensa (algo que sí tenían al menos entonces bastantes futbolistas), por nosotros, como él prefiriese.

Allí, al volante de su coche, me miró con cara rara, pero a la vez me dio la sensación de que muy sincera, y me lo dejó bien clarito: "No, no... yo solo tengo este número para todo". No me dijo ni que llamásemos ni que no llamásemos, pero apenas unos meses bastaron para detectar que era un tío cabal y lo dicho, normal, al margen de muy poco filtrador, al menos conmigo. Desconozco si me engañó -aunque años después perdí su número, todavía recuerdo perfectamente como era su foto de perfil de Whatsapp con una silueta suya a contraluz perfectamente reconocible con la palma de la mano de perfil extendida hacia arriba y el sol 'posado' sobre ella-, pero como insisto en que todos nos basamos en nuestra experiencia, yo siempre le recordaré como un tipo con un único número de teléfono más allá de que después haya podido tener dos, tres o cuatro móviles a la vez, que lo desconozco.

Hasta aquí todo lo que he contado son hechos como también lo es que en un partido de Champions ante el Schalke 04 falló un gol cantado. Mucha gente me dijo que eso Unai y Carcedo no se lo perdonaron nunca, pero como ellos no me confirmaron jamás que así fuese, lo dejaré en el capítulo de las sensaciones. Yo querría a muchos como Aritz en mi equipo.