Los nervios pasaron factura entre los pupilos de Javi Calleja en su primer match ball para sellar el regreso al segundo escalón europeo tras un año de ausencia. Con la Champions como objetivo imposible, la Real Sociedad dio un golpe en el campeonato y en el devenir de sus intereses. Diferencial desde el banquillo y preciso a balón parado, de donde llegaron las dos dianas, los vascos se aprovecharon del estado timorato de los de Javi Calleja, que desaprovecharon la oportunidad de certificar su presencia en la Europa League y, por qué no, concluir una temporada notable con la moral por las nubes.

No en vano, la realidad dictó que el Villarreal, independientemente de las bajas, no mostró la cara competitiva, consistente e imponente que acostumbró desde que se retomó la competición tras la crisis del coronavirus y que hizo soñar en grandes objetivos. Los de Imanol Alguacil, desde el inicio, encorsetaron a su rival gracias a la inspiración de hombres como Oyarzabal o Ander Barrenetxea, que fue un puñal desde el costado y desequilibró, en varias ocasiones, a Rubén Peña.

La presencia ofensiva de los groguets fue escasa. La zona de tres cuartos de campo fue la limitación ante la jerarquía defensiva de los blanquiazules. Un latigazo de falta de Ontiveros, y un remate de cabeza Anguissa que se marchó por encima de la meta defendida por Miguel Ángel Moya, fueron los fogonazos locales que sirvieron como protesta ante el dominio visitante. La más clara, una de Isak en los primeros compases del enfrentamiento palmeada, de forma sobresaliente, por Sergio Asenjo. Sin embargo, las pinceladas de igualdad se decantaron hacia la Real Sociedad mediante jugadas de estrategia y las modificaciones procedentes de la banqueta.

En un margen de quince minutos, William José y Diego Llorente desvirtuaron al Villarreal tras cazar dos caramelos desde la esquina en dos acciones que ratificaron que la defensa no estuvo en sus mejores condiciones. No obstante, Cazorla, en una semana donde está en el foco de la noticia por su posible salida a Qatar, se negó a dar el partido por perdido. El centrocampista recogió un balón de Samu Chukwueze, que realizó una circulación de balón ‘maradoniana’, para ponerla en el palo corto y, así, dejarla lejos del alcance del meta de la Real. Pese a ser el motivo principal por el que los suyos se volcaron en ataque en busca de la igualada, los donostiarras aguantaron el tipo para posponer la clasificación amarilla y poner patas arriba la pelea por Europa.